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Si eres emprendedor, tienes que «tragarte el pez»

Carlos Marín Ruiz

Carlos Marín Ruiz

El emprendimiento es el acto de iniciar una acción determinada, en especial cuando exige esfuerzo o trabajo o cuando tiene cierta importancia o envergadura.

Normalmente está asociado a que esa acción a la que se refiere la definición anterior sea la puesta en marcha de un negocio. 

El emprendimiento empresarial siempre me ha merecido el máximo respeto y admiración, por el  riesgo, la creatividad y esfuerzo que ello supone.

Es un proceso que  lleva consigo componentes que no se pueden parametrizar, componentes emocionales que van más allá de lo racional: pasión, asunción del riesgo, visión, iniciativa, resiliencia, aprendizaje ante el error, motivación… pero además de todo esto se necesita el dominio de otras competencias, éstas sí racionales , como la capacidad de gestión, habilidades comerciales y conocimiento de los aspectos técnicos del negocio. Estamos aquí ante la triple competencia: gestor, técnico y comercial, más una cuarta , la inteligencia emocional, ¡ahí es nada!.

Con todo esto podemos hacernos una idea de que el emprendimiento no es una tarea fácil ni mucho menos.

Los factores que pueden influir para iniciar un emprendimiento pueden ser  variados:

  • Iniciativas de emprendimiento heredadas; es lo que se puede decir que “lo has mamado” y lo has incorporado en tu ADN. Son los llamados relevos generacionales que, si bien en este caso los negocios ya están en marcha, ponerse al frente no es lo mismo que actuar a la sombra de… y en estos cambios muchos negocios se vienen abajo.
  • Emprendes porque lo llevas dentro, aunque no hayas tenido precedentes familiares, porque siempre has sido creativ@ y proactiv@.
  • Te lanzas a la aventura del emprendimiento porque estás cansad@ de trabajar por cuenta ajena y crees que la actividad que realizas muy bien en tu empresa y que es clave para ese negocio, nada mejor que trabajar para uno mismo y desarrollarla por cuenta propia.
  • Emprendes porque has perdido tu trabajo y crees que el autoempleo a través del emprendimiento es la mejor manera de conseguir un trabajo.

Los dos primeros casos llevan incorporados componentes tanto racionales como emocionales de serie, digamos que más desarrollados, para el emprendimiento  y aunque lo que voy a comentar a continuación está más enfocado a los dos últimos supuestos, también es de aplicación a los dos primeros.

He visto muchas iniciativas de emprendimiento empresarial, en las que los emprendedores han considerado que la “idea” de negocio en sí misma, el dominio técnico de la actividad clave, replicar de manera mejorada el modelo que se realizaba en la empresa en la que durante años habían trabajado eran suficientes para ponerlo en marcha y tener éxito.

Pero no es lo mismo ser empleado que empresario, ya que necesitas recursos financieros e incorporar competencias que resultan clave para el desarrollo del negocio, sin que ello tampoco sea garantía de éxito, pero sí un requisito, luego el mercado decidirá.

Cuando te enfrentas en solitario al emprendimiento, ya no hay una estructura corporativa que te respalde, ya no tienes red de seguridad, ahora te la juegas.

Mi recomendación es que cuando tomes la decisión de emprender, hagas un análisis de 360º, contemples todos los aspectos que forman parte de esta decisión y que son claves, tales como:

  • Concienciarte de que tienes que pasar por el proceso de “TRAGARTE EL PEZ” de la inversión y el aprendizaje.
    Esto significa que partes de una situación en la que con tu trabajo por cuenta ajena tenías unos ingresos superiores a tus gastos y unas competencias desarrolladas dentro del marco de ese trabajo, pero cuando lo dejas o te despiden y emprendes un negocio, vas a tener que soportar un tiempo de inversión en el que los gastos van a superar los ingresos y un tiempo de aprendizaje para desarrollar nuevas competencias. Para ello vas a necesitar unos recursos financieros, un tiempo, paciencia y confianza, y vas a procurar que el pez de la inversión y la curva de aprendizaje sea lo más pequeño posible, ya que, si no ese pez puede hacerse tan grande que al final termine devorándote.
  • Debes conseguir los recursos financieros necesarios, propios o ajenos, para llevar a cabo tu plan de emprendimiento, tu plan de inversión  que debe concretarse en un business plan que contemple: el negocio, el mercado, la competencia, la estrategia, el marketing y las proyecciones financieras.
    Mi recomendación es que si puedes, no te lo juegues todo en este proyecto, tanto en la fase de lanzamiento como cuando el negocio esté en marcha. Separa el negocio de tu vida personal; de alguna manera siempre vas a estar afectando a otras personas que quizás aunque te apoyen incondicionalmente, no sientan el negocio como tú.
  • Pero la inversión que necesitas no es sólo económica. Necesitas invertir en el desarrollo de competencias necesarias como: liderazgo, gestión, comercial,  finanzas…, que serán claves para la toma de decisiones, aunque no te gusten, pero mentalízate que vas a tener que ser menos operativo y más ejecutivo.
    Rodearte de gestores es una opción, pero verás que al final tienes que dominar estas facetas pues no puedes depender enteramente de otras personas en estos aspectos clave.
  • La forma de hacer negocio ha cambiado radicalmente. Todos los negocios actualmente están basados en las nuevas tecnologías, plataformas  comerciales, web, networking, marketing digital…, y el tuyo no va a ser una excepción, tienes que pasar por el aro. No basta con hacer la reforma de un local y levantar el cierre y esperar a que entren los clientes, esto ya no funciona así.
  • El tiempo de inversión y aprendizaje mediante prueba y error es más limitado en los casos de emprendimiento por necesidad, porque generalmente se acometen con una edad senior y el factor tiempo es fundamental.

Para ello, y también para cualquier caso de emprendimiento, existen procesos como el MENTORING para emprendedores, en los que una persona con experiencia asesora y enseña al emprendedor a conseguir los recursos y desarrollar las competencias necesarias en el menor tiempo posible, consiguiendo con ello:

  • Acortar curvas de aprendizaje.
  • Evitar errores
  • Ahorrar costes
  • Facilitar la toma de decisiones.

Como resumen:

El emprendimiento empresarial no es una profesión, es una actitud ante la vida que exige una gran responsabilidad y esfuerzo.

Lo expuesto en este artículo pretende advertir de la envergadura de una decisión de emprendimiento, de la concienciación para el emprendedor de los retos a los que se enfrenta y los recursos que necesita y significar que existen procesos como el MENTORING que pueden ayudarle a “TRAGARSE EL PEZ” para que no se le indigeste.

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