
Isabel Barceló Chico. Ed. Sargantana. Precio: 20 euros
Quien pusiera a Isabel Barceló sobre el rastro de las becas para la Academia de España en Roma, le hizo un favor a ella y a nosotros, sus lectores.
A tenor de lo que manifiesta en el epílogo de este libro de título tan sugerente, Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones, sin dicha estancia no le habría sido posible investigar datos, corroborar intuiciones, ni escribir este amplio y ameno volumen que cumple aquello que promete en el subtítulo: apasionarnos, intrigarnos y presentarnos, dignificadas, a muchas de las mujeres que en los tiempos antiguos y modernos ayudaron a conformar la gloria de la capital del mundo.
Féminas en la sombra o en el centro mismo de la escena, pero que por lo general han resultado minoradas en el relato de los hechos, puestas en segundo plano con flagrante injusticia en la presentación que hasta nosotros ha llegado de las peripecias ejemplares de la Historia.
Aunque —digámoslo en descargo de Clío— también es la Historia lo que nos hace comprender que a veces las cosas no son lo que parecen, que el lugar donde los turistas hoy visitan los restos del Mausoleo de Augusto antes fue el lugar desde el que se arrojaban las inmundicias de la ciudad al Tíber, o que la Bocca della Verità en la que todos los visitantes introducen entre entusiasmados y temerosos la mano era acaso la tapa de la cloaca máxima, el punto por el que salían las deyecciones del senado y del pueblo romano camino del mar Tirreno.
La alicantina Isabel Barceló, autora de novelas como Dido, reina de Cartago o La muchacha de Catulo, entre otras, se ha propuesto en esta obra recuperar la memoria de las mujeres, lograr que Roma sea nombre de mujer. Al fin y al cabo, al menos desde el siglo xvii, junto a San Pedro y San Pablo, Santa Francesca Romana también es patrona de la Ciudad Eterna.
No es un afán nuevo de la autora: Barceló ya venía ejerciendo este rescate desde hace mucho tiempo en el blog que mantiene en internet con el mismo nombre. Aquí lo logra mediante una sabia combinación, por decirlo de alguna manera, de momentos y monumentos, personajes y escenarios pasados y presentes a través de los que nos conduce una voz que va desgranando anécdotas y desmontando tópicos a base de una erudición que tiene mucho de amor. Como indica Carlos García Gual en el pórtico de este libro que ha alcanzado las tres ediciones en muy poco tiempo, «a la sombra de los viejos monumentos hallamos relatos que son pasadizos verbales para el viaje personal a un pasado que aún nos emociona e ilumina». También acierta el helenista cuando sagazmente apunta que de estas líneas se puede entresacar una placentera y singular guía de Roma para nuestro presente.
Son dieciocho los capítulos que la autora dedica a poner el foco en célebres o anónimas mujeres, que han protagonizado públicas o calladas gestas que deben recoger los anales. Desde las raptadas Sabinas, hace dos mil quinientos años, a Anita Garibaldi, la joven de dos siglos que coadyuvó a la unificación de Italia, por estas páginas pasan, entre otras muchas, Agripina, Gala Placidia, Lucrecia Borgia, Beatrice Cenci o la pintora Artemisia Gentileschi. Pero también esclavas, cortesanas y taberneras.
La forma de presentarnos este elenco de mujeres no es mediante una prosa lineal, sino que se toman desvíos al hilo del espacio o de la época que se nos relata, digresiones que nunca entorpecen, sino que, con el pulso justo de quien se ha curtido en la novela, condimentan cuanto se nos está contando, enriqueciéndolo. Resulta muy interesante la superposición de épocas, de calles, de tiempos y de espacios, que da agilidad a la narración, muy atractiva y documentada, con sus ritornelos, dejando lugar a la imaginación allí donde las fuentes no alcanzan.
Un sugerente trabajo histórico y literario, con algo de ensayo y algo de novela, que en sus mejores momentos a mí me ha hecho recordar al gran Mauricio Wiesenthal del Libro de réquiems. Así como en las páginas del catalán la biografía se convierte en trama e intriga cuando por ejemplo nos narra las vicisitudes de Lord Byron a partir de la abadía de Newstead, en las de la autora alicantina ocurre algo semejante mientras nos relata los avatares de la esclava Filótide, salvadora de Roma.