
La isla de Siltolá. Precio: 12 €
Separados por muy poco tiempo, llegan a las librerías dos libros de distintos géneros del escritor gaditano Javier Sánchez Menéndez.
El primero de ellos es También vivir precisa de epitafio, una antología poética que abarca su producción lírica entre 1983 y 2017. Lo publica Chamán Ediciones y cuenta con un esclarecedor e inteligente prólogo de José Luis Morante, quien también se ha ocupado de la selección de los textos. Contiene composiciones de todos sus poemarios publicados, aportando más contenido aquellos que están más próximos a nosotros en el tiempo. El prologuista destaca que la poesía de nuestro autor, entre un coro de influencias mucho más amplio, «reclama como columna central el magma estético de Nicanor Parra», tendiendo puentes entre prosa y verso y haciendo que lo emotivo se convierta en un territorio sin límites interiores. En la antología, nos informa, se han excluido «los libros que se encuentran en esa frontera de la prosa poética y el ensayo». No es una aclaración baladí, pues, tanto como a la poesía, Sánchez Menéndez dedica sus energías también al ensayo y al aforismo. En el primero, destaca la obra en marcha que bajo el epígrafe general de Fábula es un proyecto de diez libros —ya han visto la luz de la tinta seis de ellos— sobre la vida en la poesía, la existencia volcada por y para la palabra. En la vertiente de creador de aforismos, dos libros preceden al que ahora tenemos entre las manos: Artilugios y La alegría de lo imperfecto.
Citas de Parménides, Miguel de Cervantes, Rilke, Kafka e Imre Kertész sirven como pórtico de entrada a Concepto, indicándonos la importancia que otorga a la lectura Javier Sánchez Menéndez. No son pocos los aforismos dedicados a ella. Concebida como lumbre que no cesa, nos dice: «¿Y si leer fuera el inicio de nuestra creación de nuestra dimensión como persona?». No cabe ponderación mayor, pienso, que ese definir la lectura como motor de individuación, sobre todo en unos tiempos en que, al igual que a la cultura, nada más se la valora como un elemento más del ocio.
Como lector, por devoción y por oficio —recordemos que fue fundador y gestor de una editorial durante muchos años—, Sánchez Menéndez se ocupa en su producción aforística también de otros asuntos relacionados con géneros, obras y hasta determinados tipos literarios. Escribe: «Hay poca normalidad en la poesía, porque lo normal es lo anormal en la verdadera poesía». O «sin verdad no hay ficción». En la última de las seis secciones que componen Concepto, titulada «Palabras para un joven lector-editor», a modo de legado, deja unos consejos que serán útiles para cualquier persona interesada en la bondad y en la belleza. La cita del premio Nobel húngaro («El ser humano, visto a través de la mente humana, resulta lastimosamente ridículo») parece venir al pelo para aquellas consideraciones que aluden a diferentes especímenes de la república de las letras y el arte: «los autores con padrino acaban huérfanos», «los peores enemigos del artista suelen ser sus mejores amigos», «la falta de talento obliga a estar en todas partes».
El título de la compilación procede del significado que concede nuestro autor al aforismo, ejercicio de concreción y dilema, hijo de la humildad y el pensamiento, que sorprende y sobrecoge a través de la duda que despierta: «Un aforismo es un concepto venido a más». No le costará al lector encontrar ejemplos de ello. Abriendo por cualquier página al azar el libro, aparecerán concisas perlas: «Lo que habita en las sombras son nuestros deseos». «Todos somos supervivientes del naufragio de nuestra vida». Pero tenga siempre presente el lector la cita de Gregorio Luri que aparece en la contraportada: «No es la lógica la que establece los significados de las cosas. No puede serlo, porque la vida revienta por todas las costuras que la lógica intenta mantener asidas». Eso es: la vida. En pequeñas píldoras.