El impacto que surge de la cordura entre sentimientos opuestos.
«Nazco y no veo. Todo retumba por dentro. No entiendo nada. Vibro, y cuando empiezo a llorar por primera vez, siento tanto placer, que la costumbre se instala en mí para siempre».
Con estas palabras comienza el tratado Las mil y una maneras de vivir, escritas por Néleb Atsinaip, de procedencia desconocida. Hace incursiones en el arte relacionándolo con el desarrollo de los sentidos, como principal riqueza del ser humano.
«No sé qué está sucediendo, pero con este aroma puedo elaborar sustancias que me despejan. El poder de la mente me maravilla. Abro bien los ojos y veo las ondas transparentes e impecables que vienen y se impregnan sin avisar. Una tenue melodía va recorriendo los espacios a una mínima distancia, parándose en lugares magnéticos, recreándose con distintas intensidades que se convierten en un lenguaje difícil de descifrar. Pócima que cubre la piel, y brilla con lo bueno. Sonidos que embelesan y nunca estorban. Descubrimiento de un mundo más allá de los sentidos. Sentidos que palpo para colocarlos en su lugar, en mi lugar, reconociendo para siempre su razón de ser.»
Reflexionando sobre su primera visión, resaltaré el impacto que surge de la cordura entre sentimientos opuestos. Aún no existe la relación entre causa-estímulo, y ya comienza a moldear una realidad. Momentos de meditación van encaminando su vida a veces sin querer, y otras queriendo rectificar las equivocaciones. La paleta de colores que descubre con su mirada interior, despliega un enorme tapiz impoluto, que con sumo cuidado debe difuminar. Existe la posibilidad del error, pero su flexibilidad permite borrar, corregir y aprender. Las cicatrices que van quedando se curan sin problema gracias a la actitud. Rodearse de estímulos que concuerdan con su sentir, le ayuda cada vez más a acertar con la elección de la trama y el posterior desarrollo como modo de vida e ilusión. Considera que la evolución depende de los agentes externos, siempre tamizados desde el interior. Pronto descubre su gusto por las manifestaciones artísticas y las traslada a la verdad del ser.
Su mirada no queda indiferente ante las adversidades, e intenta encajar el puzle de la vida de mil y una maneras (de ahí el título) procurando que cada pieza tenga su lugar. Encontrar el hueco cuando las figuras están desordenadas, y buscar el sentido a las imágenes móviles e inadaptadas, desarrolla el imprescindible respeto a los distintos objetivos. Lo quieto, lo estático, lo aparentemente inútil también ayuda a completar el maravilloso mundo de contrastes. La balanza debe estar siempre equilibrada, por el bien de todos.
Diferentes formas de expresión descubiertas poco a poco, alimentan y nutren la novedad entre miradas de asombro. Es posible crear un mundo en el que la comunicación sea fruto del pensamiento sereno, construyendo ilusiones que forman parte de un todo. La música como hilo conductor de situaciones incomprensibles, en las que sobran las palabras. Interesada por todo lo relacionado con los sonidos, comienza tímidamente a estudiar e investigar, a asistir a conciertos, exposiciones, óperas, teatro…
Y cuando Atsinaip se hizo pianista, yo me miré al espejo y decidí reescribir en primera persona, prescindiendo del entrecomillado.