La ciencia médica ha conseguido avances muy significativos en todo el mundo, aplicando terapias complementarias y terapias de apoyo.
La música, como terapia complementaria, denominada musicoterapia, ha sido una de las de mayor implementación en los últimos años.
Uno de los primeros precursores de la musicoterapia fue el famoso cantante italiano Carlo Broschi (1705-1782), más conocido como Farinelli. Cuentan los historiadores (Carmen Sanz Ayan. Diario El Español. 12 Enero 2016), cómo el Rey Felipe V de España, que sufría una grave depresión, escuchó un concierto del famoso cantante, en una sala contigua a sus aposentos. El Rey, reaccionó inmediatamente al canto y su recuperación fue inmediata. Farinelli, desde aquel momento, se retiró de la escena y permaneció junto al Rey durante 22 años.
Pero, ¿cómo podemos definir la musicoterapia? En su definición más amplia, podemos considerar este tipo de terapia como: “La utilización de la música y todos sus elementos expresivos por un profesional cualificado con un paciente o grupo de pacientes, con el fin de lograr cambios y satisfacer mejoras físicas, emocionales, psicológicas y cognitivas” (Mireia Maté Lázaro).
Sin embargo, hasta hace poco tiempo, la palabra “musicoterapia” nos resultaba un término casi desconocido para el público en general y, en algunos casos, se entendía como un mero entretenimiento para personas enfermas o convalecientes.
A finales del siglo XX, a consecuencia de la creación de varias instituciones que comenzaron a potenciar el uso terapéutico de la música, la musicoterapia comenzó a considerase una especialidad del campo de la salud para tratar diferentes necesidades físicas y psicológicas.
En 1958 se fundó la British Society for Music Therapy (BSMT), que estableció en 1969 el primer programa de formación profesional en musicoterapia. Posteriormente, en 1998, se fundó la American Music Therapy Association, que desarrolló un currículo unificado de formación de profesionales para su reconocimiento como una especialidad terapéutica.
Centrándonos en España, la musicoterapia tiene todavía un importante camino por recorrer y, probablemente, el más importante de ellos sea su correcta integración dentro del sistema sanitario español, después de haber sido, recientemente, reconocida por parte de la comunidad científica.
Por otra parte, y debido a la falta de un criterio unificado a nivel nacional, pero también en nuestro entorno europeo, la formación de musicoterapeutas profesionales se viene realizando a través de cursos en centros privados, como el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), o estudios de máster en Musicoterapia que se imparten, entre otras, en la Universidad de Valencia y la Universidad de Almería, así como el máster de postgrado en Musicoterapia Avanzada y Aplicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid, que cuenta con una importante reputación dentro de las opciones universitarias.
Estos estudios permiten al profesional registrarse en el REMTA (Registro Español de Musicoterapeutas) de la Asociación Española de Musicoterapeutas Profesionales, e incluso ejercer en el espacio europeo a través del European Music Therapy Register (EMTR).
Hoy en día, existe en España un creciente interés en la música como terapia médica y, poco a poco, se está introduciendo en la actividad terapéutica de hospitales públicos, privados y centros asistenciales.
Una de las iniciativas más importantes y positivas para el conocimiento de la musicoterapia en el campo de la salud, se encuentra en la difusión que se está realizando entre la población escolar, ya sea por parte de los propios centros educativos, ya a través de asociaciones profesionales.
Estas asociaciones, proponen actividades colaborativas para escolares, supervisados por un profesorado competente, participando los alumnos como voluntarios en programas de musicoterapia que se desarrollan tanto en hospitales como en centros asistenciales. Asociaciones como “Música en Vena” o “Musa” (Música y Salud) son dos de las principales organizaciones que realizan este tipo de actividades en España.
Por otra parte, la Fundación “Musicoterapia y Salud”, es un referente en España en proyectos de musicoterapia, investigación y formación de musicoterapeutas, dirigida por la Dra. María Jesús del Olmo. Esta organización, creó en 2002 el grupo “TakeMusic”, que realiza sesiones de musicoterapia en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, con 1.320 sesiones efectuadas en el año 2017.
(www.musicoterapiaysalud.org).
Es importante considerar la importancia de la correcta formación de los profesionales que practican la musicoterapia, así como su adquisición de experiencia y metodología, para garantizar un uso correcto de este tipo de terapia.
“La formación continua es un elemento esencial de la profesión musicoterapéutica. Sabemos, por los años de experiencia, que esta labor no es una cuestión, simplemente, de hacer música y aplicar unas metodologías. El trabajo terapéutico implica un reciclaje, una supervisión, una reflexión procedimental y conceptual, una revisión de lo aprendido” (www.musicoterapiaysalud.org/Formación).
Según la Dra. Poch Blasco: “La musicoterapia es una disciplina mal conocida. Es triste contrastar la resistencia que nos encontramos en medios institucionales, por puro desconocimiento, ante los intentos de introducir técnicas de musicoterapia. Los pacientes en poco tiempo suelen entusiasmarse y los beneficios terapéuticos son palpables”.
Por otra parte, Betés de Toro comenta: “Es preciso que se promueva la musicoterapia en las Universidades. Eso permitiría que nuevos especialistas pudieran desarrollar su labor de una forma integrada en los equipos terapéuticos, tanto a nivel sanitario como a nivel educativo” (Entrevista de Ana Torregrosa; El País. 1998)
También hay opiniones especializadas que nos indican que la musicoterapia, aun siendo claramente efectiva, no dispone de suficientes implicaciones científicas: “no existen estudios científicos claros sobre las razones por las que una persona con una patología concreta, mejora o sufre un cambio biológico, al menos temporalmente, al escuchar música” (Fuente: Emilio CG. Artículo en Psicopedia.net).
Con todo, podemos deducir que la musicoterapia, no es un mero entretenimiento para los pacientes, sino que sus efectos beneficiosos responden a una reacción fisiológica, emocional y cognitiva con base científica. Y que esos efectos fisiológicos, emocionales y cognitivos que la musicoterapia produce en los pacientes como terapia complementaria, tienen una explicación científica que prueba su utilidad.