Siendo el EBITDA un indicador clave para la generación de beneficios, se está convirtiendo en un fin en sí mismo.
El CASH FLOW, el flujo de caja en castellano, es un concepto que pertenece a nuestra vida cotidiana.
El Pasado mes de febrero Warren Buffett, al que muchos consideran el mejor inversor de la historia, enviaba la ya tradicional carta a los accionistas de Berkshire Hathaway, su holding de inversiones, junto con la convocatoria de la Junta General de Accionistas.
Esta carta es leída con sumo interés por multitud de inversores que buscan en ella las claves para sus estrategias de inversión.
Los expertos financieros destacan este año 10 claves, una de las cuales es: EL EBITDA AJUSTADO.
Primero de todo voy a definir los dos conceptos clave de este artículo:
Por un lado el E.B.I.T.D.A. (Earnings Before Interest Taxes Depreciation and Amortization), representa los beneficios generados por una empresa en un periodo determinado antes de considerar los intereses, los impuestos, las depreciaciones y las amortizaciones.
Constituye un indicador de la capacidad de la empresa para generar beneficios considerando únicamente su actividad productiva, eliminando de esta manera, la subjetividad de las dotaciones, el efecto del endeudamiento o la variabilidad regulatoria en materia impositiva.
El otro concepto es el CASH FLOW, en castellano es el flujo de caja o la diferencia entre los cobros y pagos de una empresa en un periodo determinado, quedando representada al final esa diferencia sólo por la palabra CASH, en castellano LA CAJA.
Bien, si alguien se plantea abandonar en este momento el artículo porque cree que va a ser demasiado técnico, no se lo recomiendo, porque estos conceptos son muy utilizados y seguro que os los estáis encontrando con mucha frecuencia en vuestra vida cotidiana: noticias, reuniones de amigos, empresa…Lo mismo que sucede con los conceptos tecnológicos como criptomonedas, fintech, blockchain, machine learning…y es que es muy difícil huir de ellos, así que la mejor manera de vencerlos es enfrentarse a ellos.
Harold Geneen, presidente de ATT, decía: “Los números te harán libre” porque la vida está llena de números; ahora hay que añadir… y las nuevas tecnologías.
Bueno sigamos, tal y como se ha definido anteriormente el EBITDA, aparte de indicarnos la capacidad de la empresa para generar beneficios, es un buen punto de partida para acercarnos al cash flow, a la caja generada por la empresa toda vez que hemos quitado conceptos que no suponen movimientos de dinero como las amortizaciones y las depreciaciones, si bien los intereses y los impuestos sí.
¿Pero qué está sucediendo?
Siguiendo con la carta de Warren Buffett, éste recomienda: centrarse en los beneficios operativos y olvidarse de alambicadas figuras contables que, si bien tienen una utilidad bien definida, a menudo se usan para maquillar carencias en los fundamentos del negocio. Este tipo de beneficios está a años luz del que frecuentemente pregonan los banqueros de Wall Street o los consejeros delegados. Demasiado a menudo, sus presentaciones muestran el ‘EBITDA ajustado’, una medida que excluye toda una variedad de costes muy reales.
¿Esto qué quiere decir?
Que siendo el EBITDA un indicador clave para la generación de beneficios y para la toma de decisión de los inversores externos en un negocio, se está convirtiendo en un fin en sí mismo y está siendo adulterado con un sinfín de ajustes o eliminaciones de gastos para que quede bonito (sólo a nivel de presentar el número, ya que formalmente nuestro sistema de contabilidad no permite eliminarlos) intentando justificar que la compañía genera determinados beneficios operativos.
Son ajustes que se argumentan desde el punto de vista de que representan hechos extraordinarios que no se van a producir de manera recurrente en ejercicios posteriores como por ejemplo: indemnizaciones por despidos, gastos de puesta en marcha de sucursales y/o actividades, asesoramientos especiales para operaciones singulares por ejemplo M&A, gastos de reestructuración, gastos por algún siniestro acaecido…
Pero la verdad es que año tras año vuelven a aparecer gastos de esta naturaleza y otra vez hay que ajustar el EBITDA.
Una característica común de todos ellos, es que hay que pagarlos y, por tanto, afectan al cash flow de la compañía, a la caja, que al final es lo que mantiene viva a la empresa. Son por tanto, como señala Warren Buffett gastos muy reales que hay que asumir dentro de la operativa de la empresa y no ajustar en el EBITDA.
¿Y qué pasa en las economías domésticas?
Pasa algo parecido, cuando hacemos el estudio de gastos en nuestros hogares identificamos unos gastos como corrientes y comunes: consumos eléctricos, gastos de comunidad, comida , vestir…, son gastos recurrentes que se repiten cada mes, pero, igual que sucede en la empresa, identificamos también otros gastos que no son recurrentes, que podemos llamar extraordinarios y que quizás separemos de los gastos normales, y, cuando hacemos nuestro cash flow mensual, vemos la caja generada partiendo de un Ebitda ajustado al que hemos quitado esos gastos extraordinarios y valoramos si de manera corriente estamos generando caja y en base a ello tomamos decisiones.
Pero la mala noticia es que cada mes vamos a tener algunos de esos gastos llamados extraordinarios, como seguro del coche, seguro de la casa, IBI, seguro de vida, gastos de actividades extra escolares, gastos de reparaciones en casa, gastos de taller, que también hay que pagar y que merman mes a mes nuestra caja.
Por ello es mejor que no ajustes tu EBITDA doméstico y consideres todos los gastos como corrientes y quizás ello te llevará, si tu nivel de cash flow no es el deseado, a realizar ajustes, lo demás es hacerte trampas en el solitario
Mi recomendación, siguiendo a Warren Buffett, es que analicemos tanto en la empresa como en casa el cash flow generado mes a mes, ejercicio a ejercicio, teniendo en cuenta todos los gastos, sin ajustes porque manda la caja y para ella no hay ajustes que valgan.
Así que descanse en paz el EBITDA ajustado.