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MARIA CARME ROCA: Novela histórica en Barcelona

Antonio Manilla

Antonio Manilla

La autora cuenta con una extensa producción novelística, especialmente dedicada durante mucho tiempo a los niños.

La novela histórica es una eficaz combinación de personajes reales –el puntal y de ficción –que moverán los hilos.

Maria Carme Roca (Barcelona, 1955) publicó en 2009 una novela histórica en catalán cuyo éxito hizo que se vertiera al castellano en 2014. Barcino se adentraba en la Barcelona romana de la primera mitad del segundo siglo de nuestra era a través de un personaje histórico: Lucio Minicio Natal Quadronio Vero, militar, político y héroe popular por ser el primero de la colonia en obtener una victoria en las carreras de cuadrigas. Ahora, En Barcino repite escenario y, aunque desde luego es una obra independiente, de alguna manera prolonga algunas de las líneas apuntadas en aquella primera entrega.

Novelista de ya larga trayectoria, Maria Carme Roca, en los breves apuntes que sirven como prólogo, explica la poética por la que se guía: «En una novela histórica, los personajes reales son el puntal, el punto de referencia de la acción, mientras que los de ficción moverán los hilos a conveniencia del argumento». El centurión Lucio Cecilio Optato, que no es nativo pero se retira del ejército en Barcino, es uno de los primeros: fue acaso el activo más importante de la ciudad en la segunda parte del siglo II. La narradora de la acción, Minicia, pertenece a los segundos: un personaje de ficción al que se supone hija de otro real, el que fuera precisamente el eje de la primera novela. Desde la ancianidad, narra los hechos, dando voz a las mujeres en un relato en que los personajes femeninos bien trazados abundan. Compartiendo protagonismo en esta historia que llega hasta el imperio de Cómodo, Barcino, colonia creada en el siglo I a. C. que crece a la sombra de Tarraco. Además de Tarragona, aparecen otras ciudades hispanas como Baetulo, Legio y Emporiae, las actuales Badalona, León y Ampurias.

El argumento parte de un pasado oculto y de un desconocido enemigo implacable que acosará durante lustros a la familia de los Minicios, convirtiéndose casi en una novela negra mientras asistimos al desvelamiento de las razones de ese antiguo odio, que va incluso más allá de la muerte, pues su origen estaba en un esclavo llamado Teseo que ya ha fallecido. Pese a ello, en fechas señaladas, la casa de los Minicios sigue recibiendo amenazadores «oscilla» rotos, un ornamento de jardín que resucita la funesta presencia de su antagonista. Y sufriendo muertes de familiares cercanos que aparentan ser casuales. De este modo se hace patente la existencia de una «trama delictiva con la venganza por bandera», alimentada por un círculo oscuro y toda una red de sicarios capaz de conocer hasta el último detalle de su existencia y de seguir las andanzas a través de las distintas ciudades del imperio por las que se mueve la protagonista. Un ambiente opresivo en el que todos se vuelven sospechosos, porque: «Barcino tiene ojos y oídos, y se reconcome por cualquier acontecimiento que pueda distraer a la ciudad. Es una colonia pequeña, todo el mundo lo sabe todo de todo el mundo».

Técnicamente, la narración avanza a base de meandros en el tiempo sin que perdamos el hilo, apoyándose en epístolas y, sobre todo, en una expresión en la que resalta la oralidad, la impresión de que nos están contando una historia de viva voz, pues está escrita en primera persona. Los saltos geográficos y temporales se ven acompañados de descripciones muy precisas de algunos aspectos de la «romanidad». Fruto de una minuciosa investigación histórica, resultan ejemplares, por ejemplo, los cuadros en los que se nos presenta el Circo Máximo y las carreras de cuadrigas que allí acontecían, un ágape patricio con todas sus costumbres y protocolos o el rito de las lemuria, ya en desuso en la época que se trata pero que sirve para reflejar muy bien el fondo de una sociedad que seguía siendo muy supersticiosa. No pueden dejar de señalarse dos elementos nucleares de la novela: la importancia que tienen las Meditaciones estoicas de Marco Aurelio ―amigo personal desde la infancia de Minicia― y la reivindicación del papel femenino en la historia romana.

Por la parte detectivesca de la trama, la que le añade el contenido «negro» a esta novela histórica, cabe añadirle un pero: si el primer giro importante en la investigación resulta creíble, no puede decirse lo mismo del desenlace, que acaso hubiera merecido algo más de elaboración, porque da la impresión de que se precipita en demasía, como si la autora estuviera deseando poner el punto y final. Pese a ello, la trama de En Barcino mantiene despierta la atención del lector, conjugando adecuadamente el tono confidencial de la oralidad con epístolas y párrafos donde la explicación de costumbres y hábitos romanos resultan pertinentes.

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