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LOS «HIJOS» DE LA FELICIDAD La felicidad es un trayecto no un destino

Carlos Marín Ruiz

Carlos Marín Ruiz

Definir la felicidad no es nada fácil; para mí es un estado de paz interior provocado, fundamentalmente, por una mejora en la relación con los demás.

Entiendo el crecimiento personal como un cambio interior y de desarrollo de hábitos y no solo como un cumplimiento resultadista de objetivos.

El año pasado asistí a la presentación del libro Happycracia de Edgar Cabanas y Eva Illouz, en el que los autores hacen una reflexión sobre su visión acerca de la ciencia de la felicidad y la psicología positiva, considerando que el mensaje que se está lanzando sobre la búsqueda de la felicidad pone al individuo en el centro y le carga de responsabilidad, de manera que no conseguir esa felicidad, es su responsabilidad directa sin atender a condicionantes como el entorno o el poder adquisitivo, que en muchos casos escapan a su control o elección. Exponen que se percibe la búsqueda de la felicidad como algo inalcanzable que estás continuamente persiguiendo y que esa búsqueda te produce un estado permanente de incompletud e insatisfacción.

En opinión de otros autores, la ciencia de la felicidad es una industria que controla nuestras vidas, un instrumento ideológico para justificar aspectos crueles de la economía de mercado, de excusar sus excesos y maquillar sus locuras, y se preguntan: ¿Y si la felicidad no fuese más que una mercancía y su búsqueda se hubiera convertido en un estilo de vida y en un consumismo que nos lleva a una distopía?

A nivel empresarial, hay quien piensa que enfocarse en la felicidad y el bienestar de los empleados es una manera de trasladarles la responsabilidad corporativa. Seleccionar perfiles optimistas con la excusa de generar integración y buen ambiente no es otra cosa que buscar perfiles que acaten la cultura corporativa sin protestar. Tal es el interés suscitado en el mundo empresarial que se ha creado la figura del CHO (Chief Hapiness Officer) y hay quien piensa que si las empresas apuestan por esto es que les interesará por su propio beneficio

Lo expuesto anteriormente, tiene una parte de realismo, pero no se puede generalizar. Es cierto que se está mercantilizando todo lo referente a la autoayuda, y en momentos de vulnerabilidad en algunos casos se pretende un aprovechamiento de circunstancias difíciles para vender el elixir que lo cambia todo y si al final el cliente no lo consigue,  el ofertante dirá aquello de: la culpa es  tuya, yo sólo soy un consultor, y esto está haciendo mucho daño a procesos como el coaching y el mentoring, que realizados de una manera profesional, seria y comprometida siempre consiguen efectos positivos.

En cuanto a lo referente a trasladar la responsabilidad al individuo, cuando en realidad también juega un papel determinante el entorno, sus circunstancias personales y familiares, su poder adquisitivo. estoy de acuerdo en que todo esto influye, que juega un papel importante y que hay que tenerlo en cuenta, pero precisamente en circunstancias difíciles o adversas, el crecimiento personal, entendido, como explicaré más adelante, como un cambio interior y de desarrollo de hábitos y no sólo como un cumplimiento resultadista de objetivos, puede ser clave para resolver gran parte de los problemas que se plantean.

Voy a tratar de trasladaros mi experiencia por si sirve para tener una visión más clara y centrar vuestras acciones hacia donde podáis conseguir resultados efectivos.

En cierta ocasión, un compañero de trabajo me comentó: “Los hijos son fábricas de amor” y me explicaba que cada hijo que tienes no supone una disminución de amor porque tengas una capacidad limitada, sino un incremento, es decir no aplica en este caso, como en el consumo de bienes y servicios, la ley de las utilidades marginales decrecientes, sino del amor creciente; no significa que quieras más a cada hijo que vas teniendo, sino que amplías tu capacidad de amar. En mi caso, que tengo dos hijos, os puedo asegurar que es así, me imagino que quien tenga más de dos, también podrá constatar este hecho.

¿Pero qué tiene que ver esta reflexión sobre los hijos con los niveles de felicidad y crecimiento personal?

En realidad, para mí, funciona igual; me explico.

Definir la felicidad no es nada fácil y como comento en mi primer libro Corbatas con corazón, para mí es un estado de paz interior fundamentalmente provocado por una mejora en la relación con los demás, fruto de tu crecimiento personal. Ante esta sensación se empequeñecen los problemas y ves oportunidades y retos donde antes veías problemas y amenazas, porque cuentas con más herramientas y recursos y, además, ese estado no es estático sino evolutivo sin que esa evolución merme tu satisfacción. No se trata, de manera generalizada, de una búsqueda interminable que te deja permanentemente insatisfecho, sino que, alcanzado un primer nivel de crecimiento −y este es el paso más difícil−, a partir de ahí vas a ir disfrutando de tu mejora continua, consolidando cada nivel alcanzado y no retrocediendo aunque te sucedan circunstancias y situaciones difíciles, que afectarán sin duda temporalmente a tu estado de ánimo, pero que afrontarás de una manera diferente, que te servirá para superarlas y salir reforzado.

Considero que el crecimiento personal es la CAUSA y la felicidad el EFECTO, a medida que vas alcanzando niveles de crecimiento personal (estos serían cada uno de los hijos que vas engendrando), vas ampliando tus niveles de felicidad (sería el amor por cada hijo), esto se refleja en la famosa frase de William James «El pájaro no canta (Crecimiento Personal-Efecto) porque es feliz (Felicidad-Causa), es feliz (Felicidad-Efecto) porque canta»(Crecimiento Personal-Causa).

Sin que en ningún caso cada nivel de crecimiento alcanzado y el trayecto recorrido para alcanzarlo suponga una reducción de tu felicidad ya conseguida y consolidada en niveles inferiores ni un sufrimiento en el tránsito para alcanzar niveles superiores. Otra cosa es el primer paso, tener el primer hijo, como veremos más adelante.

En el gráfico del inicio podemos observar que cada nivel de crecimiento personal conlleva un nivel de felicidad, y que existe una zona de nivel básico de crecimiento a la que le corresponde un nivel también básico de felicidad, en esta zona básica se pueden dar diferentes estados:

ESTADOS BÁSICOS INCONSCIENTES:

A) Se producen falsas sensaciones de felicidad asociadas a zonas placenteras de confort y comportamientos inerciales con escaso aprendizaje que pueden confundir y hacer que no te movilices; pero en el fondo no consiguen tu realización   personal y terminan por generar estados frustración e infelicidad. Es lo que llamaría un “Estado Conformista” al que muchos llaman “La felicidad del tonto”.

B) Se consiguen ciertos logros materiales y de poder: salario, cargo, coche, propiedades, fama, que se confunden con la felicidad, pero sólo representan la satisfacción de deseos, no de necesidades, las cuales siguen persistiendo; sería Fast Food, comida rápida que te sacia momentáneamente, pero que realmente te deja insatisfecho. Este estado se llamaría “Adaptación Hedonista”

En estos dos estados tenemos que tener en cuenta el papel que juega el subconsciente, porque, aunque en este nivel básico racionalices tu situación y percibas cierto bienestar, lo vas a hacer en base a las herramientas de que dispones acordes con tu nivel de crecimiento personal y esto puede suponer una limitación inconsciente, otorgándote un falso confort que tu subconsciente realmente no va a compartir, saliendo a la luz esta disfunción tarde o temprano.

ESTADOS BÁSICOS CONSCIENTES:

C) Estado en el que realmente eres consciente de que tienes que mejorar, pero no sabes cómo, con qué metodología y haces repetidos intentos sin éxito, entrando en una espiral de búsqueda constante de ese cambio, produciéndote un estado de insatisfacción permanente, aquí entraría en juego lo comentado por Edgar Cabanas, Este estado de denominaría “Estado de Frustración”.

D) Situación en la que eres consciente de que tienes que cambiar, pero los condicionantes de tu entorno son tales, que ni siquiera te atreves a intentarlo, por miedo al cambio y prefieres vivir la vida de otros a sabiendas que realmente no es tu propia vida. Este sería un “Estado de Resignación”.

En estos dos últimos estados impera el sufrimiento y la insatisfacción de manera consciente. Serían en los que en primer lugar se debería entrar en acción.

¿Y cómo se consigue evolucionar en el crecimiento personal?

  1. Lo primero, mediante una toma de conciencia de que quieres crecer y mejorar, hecho que se produce en los estados CyD anteriores y que debes generar en los estados AyB; quizás a través de algún indicador como falta de cumplimiento de objetivos sistemática, insatisfacción en el trabajo, dificultades en la relación con los demás, falta de ilusión generalizada, escasa realización personal. Los indicadores pueden ser variados. Pero una cosa es reconocer los indicadores y otra es tomar conciencia (despertar a tu subconsciente), ya que la toma de conciencia es el paso previo a la puesta en acción. Esta toma de conciencia se puede hacer a través de algún estímulo como una charla, un libro, un referente de alguien que ha cambiado, un suceso; algo que active tu detonador.
  2. En segundo lugar, mi recomendación es no sólo atajar el indicador detectado, ya que éste, en muchos casos, es el efecto de una causa más profunda y resolverlo sería solo una solución parcial, un parche −por ejemplo, cambiar de trabajo, de amigos−, sino que debes aprovecharlo para marcarte al mismo tiempo un objetivo más amplio en relación con tu crecimiento personal, el cual es algo integral que consiste en la incorporación de diferentes hábitos e incluso el cambio de carácter y valores, y esto no se hace de la noche a la mañana, ni practicando turismo académico (cursos cortos y malos).
    Es un proceso más largo y profundo en el que desarrollas la inteligencia emocional en equilibrio con la racional, adquieres mejoras competenciales, te preocupas por tu estado físico interior y exterior e incluyes algún matiz existencial. Es por tanto un crecimiento holístico, el cual debería hacerse contando con la ayuda de la metodología adecuada. Para ello existen diversas técnicas − que conozco y he practicado, por lo que os las recomiendo−: mentoring, coaching, un máster en inteligencia emocional; si bien, deben ser impartidos con vocación, compromiso y profesionalidad. Para este primer nivel de crecimiento personal no recomiendo ser autodidacta, ya que se pueden cometer errores y alargar plazos, e incluso sufrir frustraciones, como ocurre en el estado C anterior, y que, como he dicho antes, este primer nivel es el más difícil, así que no te la juegues.
  3. Una vez incorpores determinados hábitos −como: ganar-ganar en tus relaciones, mirada sistémica, empatía, asertividad, comunicación, desaprendizaje (eliminar creencias limitantes), aprendizaje continuo, autoconfianza y autoconocimiento− su puesta en práctica en los diferentes entornos en los que te desenvuelvas: trabajo, familia, amigos −piensa que en todos ellos el elemento común son las personas−, va hacer que se afiancen y empieces a obtener resultados; esto te motivará para seguir adelante en esta línea. Todo ello independientemente de tu nivel social, adquisitivo, laboral. Este proceso se puede acometer desde cualquier nivel; conozco casos a todos los niveles.
  4. Cuando tengas desarrollado y consolidado este primer nivel, los demás se irán alcanzando más fácilmente, porque ya sabes cómo hacerlo, has experimentado cambios y dispones de metodología y herramientas.

La felicidad es un TRAYECTO que se construye en niveles y no un DESTINO que tengas que buscar.

¡¡FELIZ 2021!!

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