
Ed. Kolima Books. Precio: 18 euros
O lo que es lo mismo: inteligencia emocional en el mundo de los negocios. Las claves para usar las emociones para progresar en el mundo laboral y de la Empresa, a la vez que se es asertivo y se reconoce la valía de los que te rodean y, por otra parte, saber identificar a aquellos que ponen trabas a tu evolución y las actitudes cainitas.
Un libro necesario que parte de la experiencia personal de su autor, Carlos Marín, economista, experto en Coaching, Management, nombrado como uno de los mejore directores financieros de España en 2015 y 2016 y colaborador de Epicuro. Capítulos cortos y directos, fáciles de entender en un mudo proceloso, mejor dos mundos procelosos, como son las emociones y los negocios. En una actividad donde la rivalidad, la ambición y los objetivos cumplidos son la norma y la prioridad.
No se puede separar este libro de la tan traída y llevada “autoayuda”; pero, aquí, la diferencia respecto a otros libros de parecido jaez es que el que tiende y expone su experiencia al respecto es un profesional de gran calado que, como tal, apunta a la diana de los problemas, conoce de primera mano las situaciones, los engaños y los recovecos de las empresas y los profesionales que las componen.
Un auténtico “coaching” esculpido en palabras y dibujos; un auténtico curso de sencilla comprensión para todos aquellos que precisen de una sujeción firme cuando ponen los pies en el suelo de su actividad, sobre todo en el territorio de los negocios donde el dinero es lo primordial y la vida personal, aunque influya, pasa a un segundo plano. Resulta caro ganar dinero, ascender, estar a gusto con compañeros con las mismas pretensiones y quizá en un estado más avanzado de ambición, la rapiña de la cuenta de resultados. Pero, aún más caro o difícil de conseguir es salir a trabajar a cada día e ir como si se fuera a una fiesta cotidiana; lo que se dice “estar a gusto”, sin trampas que te lleven a la infelicidad. También en el trabajo se puede ser feliz, si tienes ocasión de trabajar en lo que quieres, y prosperar y demostrar tu valía, descubrir tus potenciales y los de los demás; pero sobre todo los tuyos, pues el recogimiento, la timidez y los prejuicios a veces te llevan a resignarte y esta es una postura que no admiten los negocios. No basta con trabajar muchas horas, calentar la silla; hay que hacerlo con criterio, sensibilidad y valentía.
En un mundo donde los robots adquieren una relevancia progresiva, hasta el punto de que no tardando puede haber un conflicto de intereses entre las máquinas y los humanos. La mente humana ha llegado a tal punto de sofisticación que puede verse sustituida por un cerebro construido de cables y circuitos, microchips y variaciones numéricas. De momento son los científicos los que controlan el proceso; pero la pregunta que subyace, dada la celeridad con que avanza el progreso, es si en algún momento no se cambiarán las tornas y sean las máquinas las que impongan la ley y los humanos se conviertan en siervos o esclavos de la inteligencia artificial. Quizá sea un estadio más de la evolución. Si al menos cada uno de nosotros tuviera un robot a su servicio, que, además, le reportase los réditos de su trabajo, todo sería muy distinto, pero a estas alturas, creo yo, ya no creemos en la arcadia feliz o en utopías, por más que las busquemos con tozuda intención y, en no pocas ocasiones, con artimañas de dudosa licitud.
En fin, de momento nos tenemos que conformar con ser los artífices de lo que ocurre y, por lo mismo, no debemos olvidar que uno de los mayores activos del ser humano, más allá de rivalidades de todo cuño, de traiciones y desengaños, es la relación con los otros seres humanos, en la Sociedad global y en las pequeñas sociedades que se van formando a diario gracias a nuestro trabajo. En éstas cada vez cobra más importancia la gestión de las emociones, sobre todo en un territorio, como el de los negocios, en el que cuentan tantas variables.
No está de más disponer de un curso de “coaching” que nos ayude a conocernos mejor, conocer mejor al prójimo y desarrollar todas nuestras capacidades en la dirección óptima, aunque no seamos directores.