Han pasado cuatro siglos desde que Descartes sentenciara con su mítica frase: pienso luego existo, el principio sobre el que vendría a asentarse la psicología de la conciencia.
El ser humano desde entonces pasaría a entenderse como un espectador que observa dentro de un teatro de proyecciones el mundo que le rodea. La mente quedaría escindida del cuerpo y sólo a través de nuestro intelecto tomaríamos nuestras decisiones los seres humanos.
A pesar de la enorme influencia que han tenido estas ideas en la historia de Occidente, sus puntos de vista han sido muy criticados; ya que no consiguen explicar muchas de las situaciones y experiencias con las que trabaja la neurociencia moderna, como nos explica el neurólogo Antonio Damasio.
Este autor apunta la importancia del cuerpo en la toma de decisiones, proponiendo la hipótesis de los marcadores somáticos. Estos marcadores funcionarían como una interfaz de asociación entre situaciones y emociones que ayudaría a los seres humanos, en la mayoría de las ocasiones, a una toma de decisiones rápida y eficaz. El marcador somático funciona como una señal automática de alarma, sin la cual nuestro comportamiento se podría ver gravemente alterado. Damasio se refiere con estos interruptores tanto a la sensación visceral como a lo no visceral; es decir, estos patrones de asociación aluden tanto a la parte mental (sentimientos) como a la corporal (emoción).
La diferencia entre emoción y sentimiento es clave para entender este concepto. Por un lado, con emoción se refiere a la activación fisiológica, es decir, a la experiencia corporal provocada por estímulos relevantes, que pueden ser tanto externos como internos. Por ejemplo, mi corazón puede empezar a latir más rápido ante la visión de una enorme araña o, ante el recuerdo de un examen próximo. Las emociones, además, tendrían una representación neural en nuestro cerebro; en nuestro ejemplo esta representación sería la de nuestro corazón latiendo rápidamente. Por otro lado, el sentimiento es una disposición mental, una meta-representación de lo que está sucediendo en nuestro cuerpo. El sentimiento es invisible y privado, y precede a la emoción.
La corteza prefrontal ventromedial es la encargada de “marcar” las situaciones con esta señal emocional que nos ayuda a tomar decisiones. La naturaleza del mecanismo neural es por tanto integrador y está relacionado con el aprendizaje idiosincrásico de cada individuo. El aprendizaje derivado de los marcadores somáticos surge a partir de las emociones secundarias (envidia, empatía, orgullo, vergüenza…), las cuales se desarrollan a partir de la socialización y el desarrollo cognitivo de cada individuo. Los estados negativos o positivos con los que se asocien promoverán así, el acercamiento o alejamiento de las situaciones. Esta visión multicausal del pensamiento racional amplia los límites establecidos por Descartes (mente-cuerpo), apuntando que el cuerpo y la mente son corresponsables de nuestro razonamiento.
Una forma interesante de desarrollar nuestro autoconocimiento y entender más allá de la teoría nuestra realidad emocional es registrar nuestras emociones y sentimientos en un diario. Este autorregistro nos puede ayudar a entender cuándo y cómo tomamos determinadas decisiones, ampliando nuestra toma de conciencia y mejorando nuestra toma de decisiones. Este diario podemos estructurarlo contestando a algunas preguntas como: ¿Qué es lo que nos produjo la emoción o el sentimiento?, ¿Qué sensaciones corporales le acompañaron?, ¿Qué pensamientos llegaron a tú mente y si estos se referían al presente, al pasado o al futuro?, ¿Qué fue lo que hicimos? ¿Seguimos a nuestras emociones o las ignoramos?