La verdad de los sueños es la literatura.
Crear es el primer acto libre e independiente del ser humano.
Cuando, con más ilusión que prudencia, iniciamos esta aventura online, dije que la Literatura tendría un lugar principal y, respetando la importancia y eficacia del resto de secciones de la cultura y la vida cotidiana, así ha sido durante los casi seis meses de andadura.
También advertí, con cierto rubor, que mi trayectoria estuvo unida, cual pareja sin divorcio, durante 33 años, qué curioso, a Cristo lo crucificaron a los 33 años, a la Revista Leer. Una revista en papel dedicada, entonces, a la información editorial y literaria. Confesé que el paso del papel a lo digital (yo que había dedicado los últimos años de mi vida defendiendo la perduración del papel contra cualquier amenaza o, en último término, la convivencia entre los distintos lenguajes) sería difícil para alguien cuyo uso de las nuevas tecnologías no pasaba de escribir en un ordenador y enviar algunos wasaps, aunque por fuerza sí sabía de qué iba todo aquello que, sin remisión, nos transportaba a un mundo global. Como quiera que fuese, Epicuro, por razones obvias, tenía que ser una revista online.
Seis meses no es nada; pero, aunque no pueda decir que la aclimatación al medio haya sido un camino libre de tropiezos, creo que progreso adecuadamente gracias al empuje e ilusión de buenos y numerosos colaboradores que, además de ser grandes profesionales, han hecho de Epicuro un espacio para la discusión y la amistad. Agradezco su empeño con alguien cuya torpeza está fuera de toda duda y que me permitan día a día progresar al ritmo que lo hace la Revista; gracias, en este caso, a todos y todas los y las que entran en sus páginas y se entretienen con sus imágenes y artículos. Leer es uno de los grandes placeres y, como tal, desde Epicuro nos hemos propuesto cuidar la escritura, independientemente del estilo de cada cual, para que los artículos, incluso los más técnicos, proporcionen también el placer que se pretende.
Si tuviera que llegar a una conclusión, un tanto precipitada, de estos meses, diría que no están tan lejos el papel y el vehículo digital, cuyo desarrollo quizá permita más libertad para improvisar nuevas formas de expresión, más viveza creativa; cuando lo que de verdad importa es lo que se quiere transmitir y la exhaustividad con que se hace. No se trata de una rendición, sino de una nueva mirada.
Es en este punto donde vuelve a entrar la literatura. Y en este punto donde Epicuro pide un espacio para la creación literaria. Es la otra cara de la literatura, la que, a veces escondida como la cara oculta de la luna, precede a las líneas editoriales y a la información y crítica; por más que en ocasiones las suceda.
Epicuro inaugura una nueva mirada sobre el fenómeno literario: la creación, sin distinción de géneros ni estilos. La primera entrega es El paraguas, firmado por quien esto escribe, que un día vivió del cuento y que espera seguir haciéndolo.