¡Quién dijo que no se pueda leer poesía en la playa o en la montaña!
Versos para cualquier clima y estado de ánimo.
Observo con satisfacción que una de las secciones más visitadas de Epicuro es la de Lecturas. Para un traidor al papel, alimento y espíritu de toda una vida literaria, que cayó en la red de redes con más desconcierto que preocupación, este dato, a más de, en cierto modo, sorpresivo, viene a confirmar uno de los presupuestos con los que contábamos al empezar la aventura epicúrea.
La primera piedra: no menospreciar al nuevo medio al que nos enfrentábamos, dando por válido cualquier contenido y presentándolo de cualquier manera. Internet no es un baúl antiguo donde se van guardando prendas sin orden ni concierto, de modo que, cuando se abra, sea insoportable el olor a naftalina y las polillas campen por sus respetos. Internet es un vehículo que, si no se cuida y educa, correrá en desbandada, a toda prisa, cargado hasta los topes en una carretera sin topes.
De manera que, si no queríamos que se nos fuera de las manos, teníamos que invitar a entrar en la partida al Sosiego y, cómo no, a la Calidad, tanto de palabra como de imagen. Epicuro es un estilo de vida; una mirada abierta a todas las manifestaciones culturales que, precisamente, garantizan el sosiego. A partir de ahí todo se puede alcanzar.
Entre esas manifestaciones culturales que invitan al sosiego, quizá la más habitual y extendida sea la lectura, a pesar de los malos presagios. Otro de los presupuestos de Epicuro desde su nacimiento online (hablo como si hubiera ocurrido hace años y aún no lleva uno de andadura) es que la lectura no se distingue en géneros sino en impulsos y que puede proporcionar el mismo placer una novela que un vademécum. Porque lo que importa es el lector y es él el que tiene que poner las normas. Y, por respeto a él, nos negamos desde el principio a hacer reseñas sobre los libros guiándonos por un epígrafe distintivo. Cualquier libro es una lectura en potencia: el lector tiene la palabra.
El hecho de que, en esta selección vacacional de libros vayan agrupados por géneros o temáticas, no se trata de un cambio de criterio, sino de un intento de facilitar la tarea del lector que, ocupado en organizar viajes y maletas, dispone de menos tiempo para indagar por su cuenta, con la presunción de que el lector, al cabo, hará lo que le venga en gana y hará muy bien.
No existe un formato de lectura veraniega, aunque muchas veces se ha intentado especificar una serie de características que deben confluir en los libros candidatos a semejante privilegio, entre las que solían destacar la liviandad, la facilidad de la lectura, el entretenimiento… Pero, ya lo digo, no hay un canon y, aquí, sí que cabe todo, incluso el gusto de cada cual, incluso el gusto por encima de todo..
Cabe también la poesía, la cenicienta de los géneros literarios, y la cenicienta le vamos a permitir que recupere su zapato en esta primera entrega de Libros para el verano y Epicuro recupere, a su vez, algunos de los libros de los que ya se ha hablado, pero que merecen ser un reflejo persistente en nuestra memoria.
A continuación, invito, como parte de esta primera partida de verano, a que utilicen alguno de los enlaces que siguen. Estoy seguro de que alguno de los libros que hay detrás de los mismos irá en su maleta este verano. La poesía también es para el verano, amigable lector.