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Junto al mundanal ruido

Antonio Manilla

Antonio Manilla

El otro ser. Arturo Tendero
La Isla de Siltolá 2018. 88 páginas. 12 €

Algo está sucediendo en La Mancha. Las llanuras de don Quijote asisten impávidas a un fenómeno que nunca se había visto antes. No se trata de un fenómeno natural, sino cultural, cuya explicación acaso esté en esa lluvia fina de siglos y autores que han estado hidratando con lentitud y hondura el campo a la espera de la explosión de la semilla. Nos referimos a la insólita eclosión de poetas en madurez, independientemente de su edad (algunos son muy jóvenes), con voz propia y nítida, formas y maneras, obra y libros. Lo advertía Andrés García Cerdán en el artículo «La poesía del llano en llamas» ya en 2015: Albacete iba camino de convertirse en «potencia» poética. Desde entonces hasta ahora no ha hecho sino cumplirse su vaticinio. Algunos nombres, bote pronto, con los que el lector atento de poesía se habrá topado en los últimos tiempos: León Molina, el mismo Andrés García Cerdán, Constantino Molina Monteagudo, Rubén Martín Díaz o Javier Lorenzo Candel. En esa excelente hornada no puede faltar el nombre de Arturo Tendero (Albacete, 1961).

Además de dramaturgo y cuentista, Arturo Tendero mantiene un exquisito blog de reseñas literarias, «El mundanal ruido», que sin duda funciona como faro de consejo lírico gracias a su buen gusto y británica puntualidad semanal. Pero como poeta tiene a sus espaldas seis títulos que anteceden a El otro ser, lo que ya es bastante aval en estos tiempos de productos perecederos y autores caducos. Por si no fuera suficiente, la contraportada viene acompañada de unas palabras de Miguel d´Ors que, una vez disfrutado el libro, no se pueden más que compartir: «Me parece admirable el arte de Arturo Tendero para erigir con palabras unos ambientes en los que el lector se encuentra como en el mundo real, o, mejor dicho, como en un mundo más real que el real. Este devolver realidad a la realidad apagada por la costumbre es, en definitiva, misión de la Poesía».

Esa intensificación de la vida que se percibe en los versos de Arturo Tendero es sin ninguna una duda una intención del poeta desde el mismo umbral, donde cita al Juan Ramón Jiménez de La estación total: «No nos basta esta forma. Hay que salir y ser en otro ser el otro ser».

Como si no le sirvieran la voz y los ojos de lo escrito con anterioridad, el poeta indaga su propia identidad en todos los tiempos, no solo a través del recuerdo sino también del presente y el futuro que conjetura o vislumbra. Y no siempre lo que encuentra es perfecto: puede sorprenderse descubriendo en sí mismo sentimientos que ni tan siquiera suponía, como ocurre en “Caza menor” y “Cucarachas en la cochera”. Hallazgos como estos nos hablan de que el autor ha metido el bisturí a fondo y de que ha decidido no hurtarnos nada, ni tan siquiera los perfiles menos amables que existen en cualquier personalidad cuando se rasca sobre su amable máscara pública.

En muchas de las composiciones contenidas en este libro se perciben dos pulsiones que sin duda son generatrices del quehacer poético de Tendero. Por un lado, el peso de la mirada: muchos poemas parten de la contemplación, de la atención puesta sobre un paisaje o un acontecimiento. Por otro, el imperio de la anécdota como punto de partida, que en muchos casos es una anécdota truncada, cuyo relato se escapa a lo previsto. El poema “Perseidas” puede ilustrar esto que digo: nos parece que el autor acude en compañía a un plácido nocturno de visión de estrellas fugaces y este se troca poco a poco «en sórdida amenaza indefinible». Esta poesía limita, como no puede ser de otra manera, con el mundanal ruido.

El libro comienza con un selfie nocturno y termina mirando el firmamento de las ventanas iluminadas de una ciudad —«estrellas incapaces de remontar el cielo»— desde un mirador. Desde allí, el poeta contempla un recuerdo doloroso que no deja de ocurrir y al cabo se responde: «Vivamos este ahora». Entre inicio y final, poemas memorables como “Partir el pan”, “Más afán que propósito”, “Autoconjura”, “El ruiseñor”, “Balance” y “Relatividad” hacen de El otro ser un poemario muy recomendable para empezar el año con buen pie.

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