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Expolio y genética

Aurelio Loureiro

Aurelio Loureiro

Clave Matisse. Reyes Calderón.
Ed. Planeta. Precio: 20,50 euros

La Historia deja tanto sedimento en su discurrir sin tregua, que, cuando se vaticina su final, aparece con más fuerza que nunca en los papeles e intenciones de escritores de todo cuño que, bien ven en ella una posibilidad de transformarla a su modo (no de manera total, pero sí de forma parcial, atacando tal o cual época), introduciendo elementos que la enriquezcan, personajes que le den más visibilidad de cara a tiempos posteriores como el actual, bien porque el usufructo de la Historia produce buenos dividendos editoriales. No hace falta buscar mucho para comprobar que, junto a la novela negra y de intriga, la histórica, en toda su amplitud, es la que se lleva la palma en cuanto a su exposición en los escaparates promocionales. Pocos son los escritores que se resisten a transformar a su gusto un determinado periodo de la historia, alargando su horizonte o dilucidando alguna parte poco clara. Muchos son los lectores que aprecian el esfuerzo que lleva a cabo el autor para documentarse y facilitar que todo el complejo argumentario en el que se desenvuelve, les llegue de manera clara y consecuente con lo que esperan.

La Historia fue ayer; aunque algunos piensen que el sustrato de lo histórico debe reposar lo suficiente para que los historiadores tengan, más allá de la salva de interpretaciones subjetivas, una idea precisa de lo que ocurrió en el pasado, por más que eso nunca esté claro del todo y cada día surjan nuevos argumentos y hallazgos que deben analizarse.

La historia del siglo XX empieza a despertar el apetito de escritores cuyo afán es dar una vuelta de tuerca a los acontecimientos que, los hayan vivido o no, todavía extienden sus tentáculos hacia lo que ahora somos o pretendemos ser. Es posible que sólo sea una búsqueda del entretenimiento; pero también que, a través de la ficción imbricada con la compleja y quizá no resuelta verdad de la historia. La herida aún está abierta en muchos casos; pero eso no es óbice para que se indague en los hechos que la han provocado y, según parece, la sigan provocando. La ficción es necesaria en todos los aspectos de la vida, principalmente, en todos los que han ido formando nuestro carácter ya bien entrados en el siglo XXI.

Todos los acontecimientos ocurridos en el siglo pasado han sido convenientemente estudiados y escritos: la gran guerra, la revolución del 17, la depresión, el tercer Reigh, la guerra civil española, las dictaduras, la guerra del Vietnan; en fin, todos los sucesos que, con sus heridas y cicatrices, han hecho que ahora seamos como somos y pensemos que no se deben olvidar para que no se repitan. Aun así, el mundo sigue consumiéndose en guerras e injusticias, en manipulación y ansias de riqueza, en el poder como culmen de una biografía, en el desapego y coacción hacia los más débiles, el desahucio y el menosprecio de las identidades que no concuerdan con la identidad que buscan e imponen los elegidos.

Todavía hay muchos que niegan la mayor, que atacan diciendo que nada ocurrió tal como lo cuentan, y que pretenden que esa burda e imaginaria identidad renazca y vuelva a las andadas. La idea de una raza superior no la inventaron los alemanes, pero hay que reconocer que llegó a su máxima expresión cuando Hitler llegó al poder en 1933 y que su exposición llegó a la segunda guerra mundial y al exterminio de millones de seres humanos que no tenían la suerte de pertenecer a la raza elegida.

A la matanza programada y concienzuda, dentro y fuera de los campos de concentración, acompañó el expolio de obras de arte; muchas de las cuales pasaron a incrementar las colecciones privadas, mientras otras se conservaban en almacenes. Mucho hay escrito sobre estos; pero es asunto que sigue interesando y aportando nuevos datos.

Por eso la novela de Reyes Calderón, en tanto y en cuanto ésta es autora de oficio e imaginación, buena constructora de tramas, inventiva para imbricar la documentación con las necesidades argumentales e ingenio para hacer pensar que el relato es de primera mano, la primera vez que se lee, el descubrimiento de un asunto grave del pasado que se puede reproducir en el presente, se convierte en una de esas aportaciones.

Calderón ha construido un artefacto narrativo donde la intriga cobra especial significación, pero también el tráfico del arte y la disputa entre nazis y judíos que subyace en las grandes carpetas que contienen los designios del mundo moderno. En la medicina, con más razón; pues es disciplina donde la genética tiene cada vez más importancia.

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