Epicuro, la revista de los placeres | Contenido exclusivo para suscriptores

EL «ZASCA» CONCIENCIADOR El peligro del “sincericidio” y cómo combatirlo

Carlos Marín Ruiz

Carlos Marín Ruiz

El sincericidio es un suicidio por exceso de sinceridad, que no de verdad.

El sincericidio es para ti, que recibes el comentario como un torpedo, mientras la otra persona quizá ni siquiera sea consciente del efecto que ha provocado.

Seguro que os ha ocurrido en algunas ocasiones, como a mí.

Gente con la que tienes confianza −o no− y que de vez en cuando suelta comentarios o tiene actitudes hacia ti u otros, que sientes que afectan al respeto y que consideras que tú nunca actuarías así.

Quizás ello venga provocado porque esas personas tengan un amplio campo de mejora en su crecimiento personal y su relación con los demás, en aspectos clave como la empatía y la asertividad, donde juega un papel muy importante la gestión emocional; lo que les lleva a veces a decir lo que piensan sin atender a las consecuencias, produciendo lo que se denomina un sincericidio involuntario.

Para aclarar el concepto, el sincericidio es un “suicidio” por exceso de sinceridad, que no de verdad; porque ya sabéis que no hay verdades absolutas y todo lo que se piense o diga es subjetivo y relacionado con el sistema de referencia de uno mismo; unas veces puesto en contexto con el sistema de referencia de los demás (sinceridad moderada) y otras expresado sólo desde nuestro sistema de referencia (sincericidio).

Y este es el punto de partida de esta reflexión, ¿sincericido para quién?

Pues, en contra del significado de la palabra, el sincericidio es para ti, que recibes el comentario o la actitud como un torpedo por debajo de tu línea de flotación y, seguramente, la otra persona ni siquiera es consciente del efecto que ha producido. Me refiero aquí a ese tipo de conductas inconscientes, no a aquellas que se hacen con conocimiento de causa, para tratar de provocar el efecto deseado (sincericidio voluntario).

Cuando recibas este tipo de imprecación social, la actitud que te recomiendo es que no debes callarte pensando que esta persona es así, o, en un falso alarde de sentirte a otro nivel, justificar tu falta de respuesta creyendo que sería ponerte a su altura; tampoco hay que olvidar el  miedo a enfrentarte a este tipo de situaciones. También hay quien, con poca asertividad para decir las cosas, adopta una actitud de contraataque para devolver la moneda en los mismos términos, pensando que de esta manera provoca el mismo efecto que recibió y ello servirá para que su interlocutor tome nota.

Para mí, ninguna de las actitudes anteriores es la adecuada, porque te vas a sentir mal no diciendo nada o adoptando actitudes que no van con tu forma de ser. Mi recomendación es que en el momento oportuno tienes que hacer ver, verbalmente, que eso que se ha dicho o hecho no te ha sentado bien y argumentarlo; es lo que yo llamo el “ZASCA CONCIENCIADOR”; porque, si no haces esto, esa persona no va a ser consciente de que ha traspasado ninguna línea y se sentirá genial y volverá a repetirlo, pues está dentro de su nivel de creencias y valores.

No decir nada o actuar de manera similar al sincericida, son actitudes que se volverán en tu contra. La primera por el remordimiento de no atreverte y la segunda porque incluso puedes ser juzgado, tanto por tu interlocutor como por otros, debido a una actitud que no se corresponde con tu carácter y forma de ser.

Tampoco consiste en ser excesivamente susceptible ante cualquier comentario o comportamiento que no esté alineado con tu forma de pensar o sentir. Debe tratarse de evidentes faltas de respeto y que sean comentarios/actitudes que claramente no se suelen hacer dentro de una conducta social generalmente aceptada. Porque, si te sientes afectado de manera recurrente y con gente diversa, entonces el problema lo tienes tú.

Debe pues tratarse de un claro y evidente traspaso del umbral del respeto y la dignidad, consecuencia de:

  • Prejuzgar de manera sistemática.
  • No ser empático ni asertivo.
  • Tener una visión excesivamente egocéntrica.
  • No haber desarrollado un hábito ganar/ganar con los demás, ya que en muchas ocasiones esos comentarios hirientes se hacen desde una posición tal que, quien los realiza piensa que sobre el hecho que comenta o critica mantiene una posición de fortaleza o ventaja sobre ti. Entiendo que debe ser así, porque cuando es al revés hay pocos comentarios de reconocimiento, halago, felicitación.

Por aclarar, si cabe, un poco más, os dejo algunos temas a los que pueden ir referidos estos comentarios y actitudes:

  • Ante algún episodio de salud, tuyo o de un familiar cercano, el morbo sobre el estado de la persona y su grado de deterioro, disfrazado con un falso interés y preguntas compasivas.
  • Envío de mensajes recurrentes con muy alta carga política o religiosa en grupos heterogéneos de redes sociales.
  • Faltas constantes de puntualidad en citas, sin apreciar que su tiempo es tan valioso como el tuyo.

La casuística es muy variada y seguro que se os ocurren diversas situaciones más. Mi recomendación, por lo tanto, es que, cuando recibas un comentario o actitud que te afecte de una manera clara, por favor ponlo de manifiesto de forma respetuosa y con mucho tacto. En ese momento, seguramente, no sentará bien porque a nadie nos gusta que nos corrijan, pero es la mejor manera de reconducir ese tipo de conductas.

Con ello vas a conseguir que la otra persona tome conciencia, porque se supone que su comportamiento será generalizado y no solo tú vas a manifestar disconformidad, sino otros también, quizás esto le harán ir atando cabos y tomando conciencia de que esa forma de actuar no es la más adecuada.

En cambio, si todos otorgamos y damos por bueno esos comentarios y actitudes, esa persona no cambiará y seguirá campando a sus anchas sin ser consciente de los efectos que produce, aunque a la larga es posible que sufra un rechazo social, ante el que se preguntará ¿por qué?, si soy muy transparente y sincero/a.

Quienes Somos
Últimos Videos
Instagram
© 2019ComparteMedios Agencia de Comunicación.