
Editorial Planeta. Precio: 19,90 €
El orfebre contiene todos los ingredientes de una novela de aventuras.
Ramón Campos despliega en su primera novela sus dotes de guionista.
Una vez más nos encontramos con un guionista que da el salto a la novela. Ramón Campos ha sido el guionista de series como Desaparecida, Gran hotel, Velvet o Fariña.
Sin duda, el éxito que están teniendo las series, gracias a la televisión y, cómo no, internet, entre un público mayoritario, es un buen reclamo para las editoriales más comerciales, que ven en los creadores y guionistas de las mismas un nuevo filón.
No es extraño. Las editoriales siempre han buscado la gallina de los huevos de oro; alguna, incluso, ya la posee, pues lo importante, al cabo, no es la gallina, ni siquiera el huevo, sino el brillo y la promoción que se le dé al huevo.
Se me dirá que no es un fenómeno nuevo que los escritores, y escritores de altura reconocida, trabajaron como guionistas; por poner sólo un ejemplo, ahí tuvimos a Faulkner. No me atrevería a considerar lo que ocurre en la actualidad como un fenómeno; entre otras cosas porque el destino editorial del momento se inclina desde hace tiempo hacia la comercialización rápida y fugaz. Los comerciales, que, salvo honrosas excepciones, son los auténticos editores, lo tienen claro: el impacto es lo que cuenta. La maquinaria editorial no para. Las promociones se suceden con una rapidez inusitada. Los libros se empujan unos a otros, incluso libros distintos de un mismo autor. Las estanterías y escaparates se reducen ante tamaña oferta. Algunos libros no llegan ni a exponerse. El éxito inmediato tampoco es garantía de que el libro en concreto perdure.
En fin… En tales circunstancias, es hasta lógico que la búsqueda del filón se extienda, incluso, hasta los márgenes del territorio de la literatura. En este punto, sí me atrevo a decir que los guionistas que se pasan a la novela (aunque no dejen su vocación de origen) ofrecen una perspectiva nueva. Y esto se debe, por una parte, a que éstos trabajan con una nomenclatura muy particular que allana el camino hacia el público que habrá de recibir el impacto que buscan las editoriales. Por otra, a que, ante el acoso de vehículos de transmisión de historias (volvemos a la televisión e internet), la novela se resiste a abandonar su papel de vehículo principal, como siempre ha sido.
El orfebre contiene todos los ingredientes de una novela de aventuras y hechuras para llegar al gran público, sin importar la edad o el género. Novela de iniciación de un aprendiz de orfebre que, por amor, se embarca en un viaje por el mundo en busca del diamante más grande que pueda encontrar para tallarlo y ofrecérselo al padre de la amada, que la casará, entre sus pretendientes, con el que le traiga el mejor y más grande. El mundo por el que viaja, desde Amsterdam hasta África del sur a las minas de diamantes, está lleno de peligros, retos y obstáculos, además de la maldad propia de los hombres, incluidos los otros pretendientes, dispuestos a matar para conseguir sus propósitos. Un mundo, a finales del XIX, en el que la muerte, la violencia y el tráfico de esclavos están al orden del día.
La novela es sencilla y ágil. Pone el acento en lo que quiere decir y lo hace con precisión, sin meterse en honduras que perjudiquen el ritmo. No utiliza más palabras de las necesarias para mantener la atención del lector. Su medida es la precisa, con lo cual no cansa, ni se repite. Se pasa un buen rato.