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Educar en igualdad

Maria Encina G. Ibán

Maria Encina G. Ibán

La educación, el sistema educativo, es el instrumento que permite la transmisión de conocimientos, valores, costumbres y modos de actuar. Sirve de vínculo cultural, moral y conductual, pero, hasta ahora, las escuelas han reproducido el esquema de una sociedad patriarcal, la nuestra, marcada por la desigualdad entre géneros.

Uno de los aspectos más importantes de discriminación de las mujeres en el ámbito educativo es el androcentrismo, es decir, la visión del mundo, de la ciencia, de la historia, de la literatura…desde una única perspectiva, la de los hombres, dejando de lado a las mujeres y sus aportaciones, así como sus intereses y preocupaciones específicas.

Por lo tanto para educar en igualdad es fundamental introducir criterios de igualdad, que no se traducen solamente en que las chicas y los chicos tienen los mismos derechos, que pueden elegir las mismas profesiones, divertirse con los mismos juegos… sino que es necesario poner en valor, dar a conocer y destacar, no solo los valores desarrollados en la socialización femenina, sino todas las aportaciones de las mujeres y que han contribuido al desarrollo de las sociedades.

En los currículos educativos apenas aparecen las mujeres literatas, científicas, matemáticas; tampoco las actividades del ámbito doméstico o de cuidado de las personas, tareas que son fundamentales para la vida y que han sido históricamente encomendadas a las mujeres. Lo femenino queda fuera del ámbito de estudio, lo que trasmite la consideración de que estas y sus actividades carecen de valor.

Por ello, la escuela ha de incorporar estrategias que compongan la historia entera, en una dimensión amplia, que introduzcan la historia de las mujeres, por derecho, con visibilidad y con valentía.

Algunas ideas para promover una escuela integral y que favorezca la igualdad:

Importancia de un lenguaje inclusivo; seguimos nombrando a la humanidad en masculino, ocultando la otra mitad. La desigualdad se observa en todos los ámbitos de la vida y las relaciones y una de ellas es el lenguaje. El filósofo y lingüista austriaco, Ludwig von Wittgenstein, ya decía al comienzo del siglo XX que “los límites del lenguaje son los límites del pensamiento. A través del lenguaje nombramos la realidad, la interpretamos y la creamos simbólicamente”. El lenguaje es la herramienta de comunicación humana más potente y hombres y mujeres no están representados en condiciones de igualdad en el mensaje; por lo tanto el lenguaje como agente de socialización, de socialización de género, identifica lo que es femenino y lo que es masculino; lo que se nombra y lo que no se nombra.

La historia reconoce como heroico guerras, gestas masculinas, ¿solo se puede ser héroe a través de la utilización de la violencia? Actualmente la agresividad y la violencia de las que todavía está impregnado el género masculino, y que parecen ser modelos a seguir, están totalmente obsoletas, son un resto del pasado que mantenemos porque se ha convertido en costumbre. Ya va siendo hora de revisar y dar un nuevo enfoque, que no ensalce la violencia.

Se oculta parte de la historia, cuál fue el destino de las mujeres. No se estudia la discriminación a las mujeres. Se evita analizar lo que ha supuesto una sociedad discriminatoria por razón de género. ¿Cuál ha sido el largo camino de lucha de las mujeres hacia la igualdad? La desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía que era donde se habían introducido las luchas de las mujeres y del movimiento feminista con las conquistas de derechos fundamentales: derecho al voto, a la educación, ha contribuido de nuevo a ocultar la larga y costosa historia de las mujeres, sin las cuales no estaríamos donde estamos. ¡“porque fueron, somos; porque somos serán”!

Las mujeres han participado en la historia de la humanidad, han colaborado en el desarrollo aún desde su propia situación de discriminación. Aprender una historia que recoja las aportaciones de las mujeres a la sociedad es fundamental para la búsqueda de la igualdad de los sexos y para la lucha contra la discriminación y la violencia. Por lo tanto los libros de texto, los contenidos educativos, los materiales didácticos… se deben modificar para que sean colaboradores del objetivo de la igualdad.

No se estudia nada de los saberes tradicionales relacionados con las tareas asignadas a las mujeres, aunque tienen que ser practicados diariamente y son parte fundamental de la vida, supervivencia y proceso de humanización (reproducción, cuidado de menores, mayores…) imprescindibles para el desarrollo de las personas, sus relaciones y autonomía. Por ello se considera fundamental que este aprendizaje se plasme y sea compartido tanto por mujeres como por los hombres.

Es fundamental educar para los afectos. Romper con el mito del amor romántico. Es necesario pensar sobre el aprendizaje de los ideales del amor romántico (uno de los elementos ideológicos que sustenta la violencia patriarcal), un modelo de relación afectiva que en nuestra cultura se presenta como el más extendido y que vincula el amor verdadero al sufrimiento, a las dificultades, a los obstáculos imposibles y a la superación como prueba de amor, a la renuncia a la propia individualidad y a la representación de los amantes como dos seres incompletos que se hacen completos en la unidad de la pareja.

El amor romántico tiene infinidad de referentes en las películas, revistas, canciones; contribuye a la consolidación de relaciones asimétricas de genero porque tiene más incidencia en las chicas dado que la construcción de su identidad femenina, según los estereotipos sexistas, tiene como cometido asumir el cuidado de las relaciones afectivas y velar por su éxito, cayendo sobre su responsabilidad el fracaso de la relación.

El cuento del amor romántico es un relato patriarcal dirigido a socializar a las niñas, jóvenes y mujeres en la sumisión, en la entrega total a la pareja y a la familia, en la indefensión y en la subordinación de deseos y expectativas vitales propios a los de su pareja. Un cuento que resulta especialmente peligroso en la adolescencia y edades más jóvenes, porque conlleva un ideario oculto de desigualdad y violencia de género, como revelan algunos informes. Para dejar atrás estos cuentos debe integrarse en el currículo escolar la educación en igualdad y el respeto a la diversidad como principio innegociable que llevar a las aulas.

Hay que ofrecer a las chicas y a los chicos mecanismos de convivencia en igualdad y tratar los conflictos que se generan entre ellos y ellas de manera que les sirvan de pautas de comportamiento y relación (formar en la prevención del conflicto y su resolución pacífica).

Es por lo tanto fundamental reflexionar sobre la existencia y la reproducción de los estereotipos de género sobre el aprendizaje de las identidades masculinas y femeninas que preparan a los hombres para ejercer el poder y la autoridad ( y adquirir las habilidades valoradas social y económicamente vinculadas al ámbito público y productivo de la vida) y a las mujeres para asumir la subordinación (y adquirir las habilidades desvalorizadas social y económicamente vinculadas al ámbito privado y reproductivo de la vida).

La labor del profesorado, en colaboración con las familias, será generar contextos educativos de respeto, favorables a las relaciones democráticas e igualitarias, fomentar una educación para la igualdad de mujeres y hombres, libre de estereotipos de género, y combatir cualquier muestra de violencia que se produzca en el centro educativo.

Sin embargo la segregación del alumnado por sexo en determinados centros educativos (a los que además se les concede concierto), la eliminación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y sus contenidos en igualdad y no abordar desde el ámbito educativo la educación afectivo-sexual, supone un grave retroceso y caminar hacia una mayor desigualdad entre los sexos, en vez de avanzar hacia la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, además del respeto a la diversidad.

Por todo lo dicho es fundamental priorizar la educación en igualdad y la prevención de la violencia de género, que se fomenten el respeto a la diversidad, el respeto propio y el respeto mutuo, la corresponsabilidad, la educación afectivo-sexual y la educación para la resolución pacífica de conflictos, en todos los tramos educativos, que intensifiquen la formación dirigida al profesorado, que articulen materiales didácticos apropiados y la programación de contenidos y actividades para el conjunto de la comunidad educativa en los centros escolares.

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