“A todos nos gustaría que, como dice un amigo mío, nuestro coche echara “margaritas” por el tubo de escape pero la realidad es, desgraciadamente, otra.”
En nuestro país los medios de locomoción son los responsables, a grandes rasgos, de un 5 % de las emisiones de dióxido de azufre (SO2), del 25 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), de casi un 90% de las de monóxido de carbono (CO) y del 65 % de las de óxidos de nitrógeno (NOx).

Los motores de combustión interna no son capaces de quemar todo el combustible que llega a los cilindros del motor. De esa combustión resulta la producción de sustancias, algunas de ellas nocivas para la salud.

Una combustión completa, donde el combustible y el oxígeno se queman por completo (algo bastante raro) solo produce CO2 y H20. Una cantidad elevada de oxígeno en los gases de escape no representa ningún problema como contaminante, pero si que indica una mala combustión y muchos hidrocarburos sin quemar. El nitrógeno es un gas prácticamente inerte que penetra en el motor y del que tan solo una pequeña fracción se combina con el O2 dando como resultado óxidos de nitrógeno NOx.
El dióxido de carbono es un gas no combustible que se produce por una combustión incompleta de sustancias que contienen carbono. Una cantidad elevada de CO2 indica que la combustión ha sido más completa. No es tóxico, y gracias a él nuestro planeta disfruta de una temperatura que lo hace habitable, pero es determinante como gas de efecto invernadero responsable (aunque no tan sólo él) de lo que conocemos como cambio climático.
El monóxido de carbono tiene el mismo origen que el anterior pero este es altamente tóxico. Bloquea el transporte de oxígeno por parte de los glóbulos rojos. Es mortal, incluso en una baja concentración, en el aire que respiramos. En una concentración normal en el aire que nos rodea se oxida al corto tiempo, formando dióxido de carbono.
Los óxidos de nitrógeno (NOx) son combinaciones diversas de nitrógeno y oxígeno. Se producen al existir una alta presión, alta temperatura y exceso de oxígeno durante la combustión en el motor. El monóxido de nitrógeno (NO), es un gas que al combinarse con el oxigeno del aire, es transformado en dióxido de nitrógeno (NO2). Estos gases son en general perjudiciales para los seres vivos.
Las medidas destinadas a reducir el consumo de combustible suelen conducir lamentablemente a un ascenso de las concentraciones de óxidos nítricos en los gases de escape, porque una combustión más eficaz produce temperaturas más altas. Estas altas temperaturas generan a su vez una mayor emisión de óxidos de nitrógeno.
El dióxido de azufre propicia las enfermedades de las vías respiratorias, pero interviene sólo en una medida muy reducida en los gases de escape. Es un gas de olor penetrante, no combustible.
Los hidrocarburos son restos no quemados del combustible, que surgen en los gases de escape después de una combustión incompleta. Una cantidad elevada de hidrocarburos indica una mala combustión.
Las partículas de hollín son generadas en su mayor parte por los motores diésel; se presentan en forma de hollín o cenizas.
¿Cuáles son entonces las diferencias entre ambos tipos de motor?
Los motores diésel son más eficientes que los de gasolina desde el punto de vista de convertir el combustible (energía química) en movimiento (energía mecánica). También significan un menor consumo con menor potencia. Pero los fabricantes han buscado la forma de incrementar la potencia de sus motores diésel, inyectando mucho más aire en la mezcla con el combustible. Esta inyección de aire sirve para aumentar la proporción de oxigeno en la mezcla, sin embargo este incremento de oxigeno implica también un incremento de nitrógeno. Debido a las altas presiones y temperaturas usadas por este tipo de motores el nitrógeno se combina con el oxígeno no quemado, generando los dañinos óxidos y dióxidos de nitrógeno normalmente llamados NOx. Además, el diésel contiene partículas, que no se queman y van junto con el NOx a la atmósfera.
Durante años se ha dicho que los motores diésel son mejores para el medio ambiente dado que generan menos CO2 y así inciden en menor medida en el calentamiento global. Sin embargo, hay que decir que el CO2 es inocuo para nosotros mientras que el NOx y las partículas afectan, directamente, a nuestra salud por sus efectos. Por ejemplo el NOx tiene la capacidad de combinarse con otros compuestos que hay en la atmósfera (es un precursor del ácido nítrico) y genera dificultades respiratorias en personas sensibles, inflama los pulmones pudiendo desencadenar asma y bronquitis. Por otro lado las nanopartículas, de las cuales nuestro cuerpo es incapaz de protegerse, van taponando los bronquios y alvéolos, lo cual produce una disminución de la capacidad de oxigenación de la sangre en los pulmones.
Así que parece que hemos pasado de alabar las buenas prestaciones y bajos consumos de los motores diesel para convertirlos en las culpables de la calidad del aire de nuestras ciudades, del aumento de casos de enfermedades diversas, principalmente del sistema respiratorio.
Que las emisiones de los motores diesel son perjudiciales para la salud es un hecho indiscutible, pero es que los motores de gasolina actuales cometen los mismos “pecados”. A medida que los fabricantes tienen que extraer más energía de cada gota de combustible y reducir las emisiones de CO2 aparecen otros productos en los gases de los motores de gasolina que antes no lo hacían, principalmente los no deseados NOx y las temidas partículas de hollín, que no son otra cosas que las cenizas resultantes de la combustión a elevadas temperaturas de los productos que no participan en el proceso y que resultan altamente cancerígenas. Aunque hay que reconocer que los motores diesel han sido hasta la fecha los mayores emisores de estos contaminantes también hay que decir que los actuales motores de gasolina generan elevadas cantidades de NOx y partículas. Y mientas que los motores diesel hace años que van equipados con filtros antipartículas, los motores de gasolina los están comenzando a incorporar en la actualidad. La tecnología para reducir las emisiones de NOx y para eliminar las partículas existe, lo que ocurre es que encarece el precio final de los motores, reduce la potencia, aumenta el consumo y supone una nueva fuente de averías en el motor o sea una menor fiabilidad.
Si todos presumimos de que nos gusta respetar el medio ambiente pero cada mañana nos subimos, en la inmensa mayoría de las ocasiones, solos en nuestro coche para llegarnos al trabajo, y de paso emitir unos cuantos gases y partículas a la atmósfera, nosotros, la industria y las administraciones (no necesariamente por ese orden) tendremos que acabar tomando una decisión en lo que respecta a la tecnología de los motores que equipan nuestros coches.