Entrar en el juego literario de Soledad Puértolas es siempre una ventura y una aventura.
Música de ópera sacude los cimientos del pasado al ritmo de un aria de Wagner.
Me considero un admirador de Soledad Puértolas y en variadas ocasiones he tenido la oportunidad de demostrarlo. No es difícil. Tanto su personalidad como su obra despiertan sensaciones imposibles de esquivar.
Abril es un mes especial para los que buscamos, en el tráfago editorial, acontecimientos literarios. Es el mes de Cervantes, del libro y de la rosa hecha palabra. La primavera nos trae olor a poesía; Ida Vitale, esa gran dama del verso comprometido, recibirá el preciado y significativo galardón. Significativo porque premia a la poesía y a la mujer escritora en un momento de exigida visibilidad de lo femenino. Ida Vitale es un ejemplo del talento insoslayable que, desde que hay luz en el mundo de la cultura, une a la mujer y a la literatura.
Anticipándose a la fiesta del día 23 de abril, otra gran dama de la literatura, Soledad Puértolas, nos regala un libro y un rosario de personajes femeninos que dejaron su impronta en los tiempos más duros del siglo pasado. La rosa que se desprende del rosal no tiene género, ni va dirigida a las mujeres en exclusividad. Nada hay más exclusivo que la igualdad, la convivencia y la libertad. Hay que disfrutar de esta fiesta de la libertad literaria, a la que se sumarán muchos invitados, y no dejemos que proclamas externas, que no hablan de cultura, desvíen nuestra perspectiva hacia objetivos fútiles.

Música de ópera es un homenaje a las mujeres y una llamada de atención hacia la importancia de que, al fin, asumamos que la historia, a pesar de sus contradicciones y devaneos, no la han construido sólo los hombres. No es la primera vez que el objetivo de la escritora zaragozana son las mujeres y su condición en la sociedad. Pero en este caso, quizá, los retratos de los personajes, perfectamente adaptados a las circunstancias, si bien con un punto de rebeldía, brillan de forma especial.
Quiero significar que los que tengan la suerte de leer este libro asistirán a un ritmo trepidante; las palabras parecen correr como si en la meta estuviera la solución a todos los enigmas que plantea, cuando, en realidad, la solución está a cada palabra, precisa, consecuente con lo que se quiere contar. Puértolas tiene esa facilidad (quizá después de mucho esfuerzo de elaboración) para penetrar en las frases y empujarlas hacia delante después de desnudarlas. Quizá por eso trata de quitarle grasa al asunto de la desigualdad, patente, contando lo que fue e imaginando lo que pudo ser. La simplicidad del relato es también una forma de denuncia de la realidad.
El territorio donde se desenvuelve la trama de Música de ópera es el que precede, surca, y sucede a la guerra civil española, con referencias explícitas a la II Guerra Mundial. No es intención de la autora pergeñar otra historia sobre la guerra civil; una más de las muchas historias que se han contado en los últimos tiempos. Es más, muchos de los personajes, femeninos y masculinos, sufren la guerra o huyen de ella con la sensación de que la guerra es imposible. Pero la guerra está ahí y sus consecuencias son tristes y dolorosas cualquiera que sea el bando al que se pertenezca. Desde la negación primera de la posibilidad de un conflicto hasta la necesidad de reconstruir una realidad socavada por las bombas y los muertos, las heridas y los asesinatos, las delaciones y la traición, pasan muchos años y varias generaciones que contemplan el mismo paisaje derrotado.
Esa es la verdad de lo acontecido, muchos sucesos sangrientos en distintos puntos de la geografía. El pasado se revela con todas sus armas, cada vez más modernas y mortíferas. En un momento determinado de la novela, casi al final, cuando la muchacha referente de la última generación y encargada motu proprio de indagar en los recuerdos de los demás para construir su propia perspectiva de lo ocurrido, le pregunta a otra de las mujeres, sufriente necesaria de ese pasado, por la guerra, ésta le dice que de la guerra no se habla: son cosas del pasado.
Cosas del pasado. La guerra tuvo lugar y hoy es un punto negro en nuestra historia. El siglo XX es también historia y hoy es un punto negro en la historia del mundo. Es evidente que si se quiere narrar ese siglo hay que citar los sucesos sangrientos, negativos. Sin embargo, no es Música de ópera una novela sobre la guerra civil, sino la novela de unos personajes, sobre todo mujeres, que la sufrieron y que contemplaron la evolución del mundo, no siempre el suyo y no sé si para bien o para mal.
Soledad Puértolas narra la historia de estas mujeres, su resistencia, su fortaleza y su fragilidad, su abandono, pero también su optimismo, su alegría y, en algunos momentos, la felicidad. Crecen en la medida en que se sucedes las fatalidades y se refugian en la música clásica y en el viaje, las emociones, los sentimientos y las ideas. No son malas formas de parapetarse ante la vida.
Música de ópera tiene el poder de despertar la memoria de muchos que recorrieron las lindes de ese pasado, de los que estuvieron lejos, de los que estuvieron sordos o ciegos, o, sencillamente, inconscientes. Recuperar el pasado de manera honesta y libre de prejuicios, sirve para mejorar el presente, que también es historia.
Si esto fuera una crítica, recomendaría, fervientemente, la lectura de la novela. Como no lo es, me atrevo a deciros que la leáis y decidme si miento.