Hace aparición con la calidad de un magistral toque de expresión que surge para mover el mundo sin saberlo. Belleza sublime que se aleja de lo terrenal, sin gravedad, como si se quisiera evaporar atravesando los muros construidos en apoyo de la indiferencia y la desigualdad. La huella de una pátina permanente podrá trasladar a otra dimensión la utilidad para la que fueron construidos. Desconocido todavía, y con la discreción del que comienza una andadura de invisible envergadura, despierta todos los sentidos para hacer alarde de ellos, como si fuera una sorpresa inesperada. Llega en forma de respiración acompasada con el momento, tacto de terciopelo, aroma a flores que despliegan una variedad de colores impactantes. Admiración que se acerca sin avisar, mirada tranquila y comprensión borrosa ante el impacto de lo desconocido. Placer que no encuentra el fin y se recrea con la visión del asombro. A medida que la realidad entra en la razón, busca la provocación para siempre.
Un número, un dedo. Un dedo, una tecla. Una tecla, un sonido. Finalizada su fantasía, deja de volar en favor de la concentración. Cuando llegue el momento, intentará que se parezca a sus ilusiones y, sin pensar nada más, repartirá el tiempo con un pulso firme. Aunque al principio pesará a causa de la ansiosa repetición sin pausa, se convertirá paulatinamente en las alas ingrávidas que desea manipular con la suavidad de un soplido. Como si fuera la brisa que alborota todo lo estipulado variándolo mínimamente, comienza a interpretar emocionado a la espera de la realidad que todavía no puede llegar. Es pronto, queda mucho por hacer. Los sonidos comienzan a surgir sin saber matizar ni su brillo, ni sus vibraciones. Los opacos huecos que surgen en el espacio no encajan con lo que quiere, y prueba varias veces sin conseguir que las piezas se fundan para convertirse en la bruma que desea. Sabe que debe practicar sin pensar en las alturas, ahora toca trabajar a ras del suelo alejándose momentáneamente de ese pensamiento, sin olvidar la esencia que provoca esa diligencia. Algún día sus ojos se humedecerán con las nuevas y desconocidas sensaciones.
Con el paso del tiempo la ilusión va in crescendo, y al disfrutar de las pequeñas elevaciones conseguidas, se deja caer con placer porque sabe que el siguiente salto será un poco más prominente. Cada vez desciende más lentamente llegando incluso a mantenerse flotando durante unos segundos que nunca olvidará. Sabe que pronto dejará de pesar, y al enaltecer sus logros divisará con gusto el recorrido sin olvidar cada paso por muy tedioso que fuera. Asciende con la lentitud que provocan sus anhelos, y desde arriba elegirá las degradaciones brumosas que con una suavidad excepcional conseguirán lo que parecía inalcanzable. Belleza sublime.
Un número, un dedo. Un dedo, una tecla. Una tecla, un sonido. Y por fin, hace aparición con la calidad de un magistral toque de expresión que surge para mover el mundo sin saberlo.