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¡AY, CANDELA! Juan del Val en cuerpo y alma de mujer

Aurelio Loureiro

Aurelio Loureiro

Candela es una fuente de sentimientos, emociones, desengaños, amores y sexo.

¿Hay personas que deben morir?

Candela, Juan del Val. Premio Primavera de Novela, 2019.
Editorial Espasa

Esta última es una pregunta que la protagonista, Candela, se hace en un clarificador diálogo con su madre, muerta. Podéis imaginaros la respuesta.

Con Candela, Juan del Val se ha hecho merecedor del Premio Primavera de Novela, 2019, otorgado por la editorial Espasa y Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

Es una novela actual, pegada a la realidad y a las emociones que surgen de ella; pero también surcada por la imaginación y los sueños. La ficción, en este caso, también está muy pegada a la realidad, si bien no se confunden, aunque, en muchas ocasiones, sea la ficción la que aliente y sostenga a la realidad.

La voz narrativa es la de la propia protagonista, que eleva el tono cuando se trata de las relaciones amorosas y afectivas y, por supuesto, en algunas de carácter más tórrido.

Esto no impide, sin embargo, que la novela, entre sus muchas posibilidades, pueda encontrar un resultado cinematográfico o televisivo. Juan del Val sabía lo que pensábamos los asistentes a la presentación de su libro en el restaurante de El Corte Inglés de Serrano, también sabía cuál era su posición ante la pregunta del millón, por lo que se apresuró a contestar que no había escrito una novela para el cine o la televisión, pero que no le importaría que se convirtiera en película o en serie (esto es mío). Así mismo, dijo, cortesía bien entendida, que el espejo en que se había mirado para escribir era la actriz Candela Peña, allí presente entre los presentadores.

Quizá los asistentes también teníamos claro lo que iba a contestar. Últimamente, la proliferación de escritores que provienen o se buscan la vida en el medio audiovisual, pervierte, a veces, la intención del autor y, cómo no, la interpretación de los que nos buscamos la vida hablando de los libros de los otros.

El ámbito editorial, como cualquier otro, está sometido a las modas y, con frecuencia, concita la sensación de que los autores, mientras escriben ya tienen en la cabeza las imágenes de la película posterior. Las series pueblan los diversos canales de televisión, internet apoya el reto y ya se puede presumir de una alta calidad de realización; incluso en nuestro país, más rezagado que otros países en cuanto a la variedad y difusión de las mismas.

Cualquier novela (disponemos de muchos e importantes ejemplos) puede convertirse en película y, con éxito fehaciente, en serie. Un ejemplo reciente es el de María Dueñas, también presente en la presentación. Pero si el autor se ha movido siempre en el territorio antedicho (radio y televisión) y, además, es guionista, miel sobre hojuelas. La tentación está servida.

Después de leer la novela, mi primera impresión es que estoy de acuerdo con la respuesta de Juan del Val. No creo que sea una novela pensada para el cine; pero, como amante de las historias que emocionan y seguro de que éstas, cualquiera que sea la intención del autor, al final, encuentran los cauces que mejoran su exposición o la complementan, tampoco me importaría que fuera llevada al cine y con guion del propio Val, quizá protagonizada por la propia candela Peña.

Por el contexto no tendría que preocuparse; son lugares, perfectamente, reconocibles. Sobre todo el bar-restaurante, con tamices de tasca tradicional, que co-regenta la protagonista y de dónde parte toda la configuración de la novela. Ya lo he escrito y no soy original: bares, esos lugares  donde ocurren cosas que trascienden a sus viciadas y placenteras paredes. ¿Quién no ha tenido un bar en su vida? ¿Qué escritor no ha imaginado y escrito en un bar? ¿Quién no ha estado al borde o en el núcleo de la dipsomanía creativa? Hay muchos lugares que son bares en la literatura y en la realidad cercana, pero el que ilumina Candela es distinto a todos porque a partir de su configuración surgen los sueños de cambio, los atisbos de cambio personal de la protagonista, también Candela; también la necesidad de huida hacia una mujer nueva de Candela, aunque al final, entre todas las perspectivas, gane el bar, como cierre del círculo, si bien con nuevas coordenadas vitales.

Ayuda mucho la prosa de Juan del Val, quizá derivada de su profesión: clara, precisa, directa, sin exceso de metáforas, quizá porque la gran metáfora es su capacidad de meterse en el cuerpo y el alma de una mujer de mediana edad que recupera su vida y puede hacer con ella lo que quiera. Una buena señal.

Cuando llega a término esta semblanza de un autor y su obra ganadora, quizá os extrañéis de uno de los subtítulos del artículo: ¿Hay personas que merecen morir? Tiene una explicación. El padre de Candela abusó de ella cuando era pequeña; también der su hermana (de otra madre) a la que conoce en la novela. Juzgad vosotros mismos.

Por cierto, la madre de Candela era tuerta y es su ojos de cristal el que le habla desde el más allá. Lo ve todo.

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