Una feria de pintura es algo serio, pero sólo si tenemos en cuenta que alguien gana al vender y todos pierden al comprar.
En este país, muy nuestro, no interesa el arte. Sin embargo, aquí hay mucho arte…
El último día que ARCO abría sus puertas, mi amigo y yo paseamos por el recinto, y observamos distintas galerías y firmas y finanzas y bancos. Puedo asegurarles que se parece bastante al mercado de mi pueblo, pero en versión sibarita, epicúrea y, si se me permite, “estratosféricamente” cara. Además, aquí se observan unos a otros y, en muchas ocasiones, todos ellos tienen la sensación de haberse enfundado la vestimenta de la necedad, porque los precios son altos, muy altos y, sin embargo, el valor de las cosas no se contempla, ni se atisba.
Por ejemplo (y utilizo el “por ejemplo” como conector explicativo de mi tesis, para desarrollar el concepto de valor, olvidando el precio y su matemática financiera): al pasar por un lugar señalado en el mapa de mi mente, me encuentro sobresaltado por el olor extraño, aunque no nuevo, que expedía, e incluso invadía, el lugar. Diríase que un espectro aromado se estaba haciendo presente.
-Sí, no cabe duda -me dijo mi amigo- aquí ya no huele a sobaquina, aquí ya no huele a humo, ni a vino, ni a coñac, ni a pedo. Aquí huele a otra cosa más profunda: a sexo femenino. Este grupo que está a nuestra izquierda lo ha detectado y lo está mascullando.
-¡Pero claro! -iluminé el hallazgo- ésta es la prueba del feminismo en marcha; es una gran exhibición del valor del feminismo y de su auge en España.
Mi compañero asentía fascinado, tanto por mis palabras como por el descubrimiento de ese profundo aroma de nuevos aires.
-Hoy -exclamé entusiasmado-, en un atardecer como éste, debemos unirnos a los gritos que se manifiestan al olfato. Esto es también una obra de arte viva, y cambiante, y original, y exótica, y atractiva –aunque no sé si vanguardista- que te atrapa con luz cegadora y te hunde en las arenas movedizas del subconsciente.
Y así, de forma improvisada, pero consciente y certera, sentimos cómo nos íbamos fusionando con quienes, de forma arriesgada, habían decidido aliñar esas pinturas, esos grabados de trazo contemporáneo, esos colores envenenados, esas esculturas libres, con otro nuevo grito de libertad.
Después de largo tiempo e intensa búsqueda, dado que no vimos representada ninguna obra de nuestro buen pintor y amigo Enrique Brinkmann, le telefoneamos a su estudio.


-Enrique, ¿tienes un buen vino?
-Ya sabéis que para vosotros tengo guardada siempre una buena botella.
Le dijimos que nos encontrábamos en ARCO y que no habíamos visto obra suya expuesta. Le manifestamos nuestra contrariedad y, finalmente, aparecimos en su casa. Con una policromía de sensaciones arrebatadoras le narramos nuestro descubrimiento.
Enrique nos acogió con entusiasmo y nos abrimos paso hasta sus cuadros y grabados. Brinkmann es un artista español único, que entiende la bandera feminista y sus acciones moradas, que trabaja como un ermitaño en su caverna, dibujando y desdibujando cada cuadro, incansablemente, hasta que esa viva evolución de formas y colores que plasma en el soporte de acero inoxidable sobre el que trabaja va cobrando la vida que él mismo ha fraguado. Con talante obstinado, va incorporando a la obra una capa y otra capa de pasta, unos dibujos y otros dibujos, hasta dejar la inseguridad en un punto certero, en un trabajo nuevo y con unos colores que nada tienen que ver con aquellos primeros diseñados, que fueron borrados, sí, pero que permanecerán para siempre, formando un ADN diferente en cada cuadro. Cuando, por fin, tras una labor repetida y arrepentida, el artista queda satisfecho con la obra (con mancha, pero sin pecado original), y la idea primigenia ha sido amasada con cada nueva capa, el desenlace final se asemeja al de un artesano que, sabiamente, ha manejado su horno con la precisión de un delineante.
Aun así, después de tantas variaciones, nos preguntó:
-¿Qué os parece? Éste es el último cuadro.
-Es digno de ARCO –coincidimos mi amigo y yo.
-Sí, pero ya lo habéis visto: no estoy en ARCO –concluyó con cierta melancolía.
Poco a poco, desde el año 84, esta feria, reconocido escaparate del arte contemporáneo, ha mutado. Desde aquellos primeros años donde no sólo había más coleccionistas, sino una gran diversidad de tipos de galerías de arte -primero españolas fundamentalmente-, hasta los últimos años, ha habido una evolución considerable, ni mejor ni peor; es la misma que ha atravesado la sociedad española: la alegría y la confianza en el futuro de aquellos años se ha ido tornando en miedo y tristeza. La gran masa ya no acude a ARCO para comprar, talonario en mano, alguna obra de arte que pueda colocar en las paredes de su hogar. En las casas ya no hay libros, ni hay grabados enmarcados. Ahora todo es inalcanzable. En esta ebullición, las galerías han terminado por ser grandes firmas, tanto en dinero como en influencia. Las bancas y las financieras mandan en ARCO, es decir, los grandes marchantes son los que han ido desbancando a las pequeñas firmas, de la misma manera que no hay pequeñas librerías, ni pequeñas editoriales. Por eso, artistas importantes no acuden regularmente a esta feria, a pesar incluso de que sus firmas están siendo representadas por inversores y coleccionistas chinos, o por galerías de arte italianas y londinenses. Enrique Brinkmann no tiene lugar en ARCO, aunque ha sido invitado recientemente a la feria de arte de Chicago.
Cuando, al final, decidimos dejar el tema de ARCO, hablamos de Elena Asins. Fue una buena artista, reconocida por la crítica y por todos los pintores vivos españoles.
La Mujer, con mayúsculas, sí ha tenido una franca evolución positiva en la pintura contemporánea española. También en ARCO.
Y antes de abandonar el estudio de Brinkmann, nos preguntamos: ¿aquella experiencia olfativa que habíamos descubierto en ARCO era una estrategia perfectamente orquestada y calculada para provocar? ¿Ese olor nuevo era químico? ¿Era natural? ¿Podemos hablar de una nueva revolución y, a su modo, lanzas, escondidas y aireadas a golpe de ventilador, entre los batallones y columnas de cuadros y esculturas?
ARCO y la Mujer, que siempre prevalece…