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Aperturismo poético

Jesús Cárdenas

Jesús Cárdenas

Libro de la confusión. Francisco Ferrer Lerín.
Tusquets. Precio: 13 €.

Son los heterodoxos quienes amplían los estrechos márgenes del océano literario.

Han recibido otros calificativos como “marginales”, “raros”, “radicales”, “desarraigados”, “inclasificables”, “autores de culto”.

Las obras de los heterodoxos parecen estar envueltas por un celofán misterioso. En el ámbito de la poesía el escritor heterodoxo, antes de entregarse a lo manido, se aleja de lo clásico, se aparta de las tendencias imperantes, en busca de un camino sin trillar. En este plantel encontramos al ornitólogo residente en Jaca, Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942), el décimo de los “novísimos”, que quedó fuera de la gloria de la antología de Castellet. Y para más inri, autor de libros misceláneos, fronterizos, que rayan entre la narrativa y la lírica, entre la anécdota y el aforismo: Papur, Gingival, Mansa chatarra y Besos humanos.

De acuerdo con Túa Blesa, «toda la obra de Ferrer Lerín está marcada por el sello de la excentricidad del sistema. Lector de libros muy poco usuales (diccionarios, libros antiguos, bestiarios), sabe traer esos materiales a la contemporaneidad más exigente», el apartamiento de lo convencional es el sello del escritor barcelonés.

La trayectoria poética de Ferrer Lerín se inicia con tres publicaciones entre 1964 y 1987, años en que los novísimos estaban destacando. Después del paréntesis, se publica Ciudad propia. Poesía autorizada (2006). Su obra es conocida, gracias a Tusquets Editores, donde se publica poemarios reveladores como Fámulo (2009, Premio Nacional de la Crítica), Hiela sangre (2011) y Libro de la confusión (2019).

Libro de la confusión es un conjunto de una treintena de composiciones agrupadas en cinco secciones y un proemio, donde distintos motivos, como la muerte y la agonía, trazan un trayecto temporal por el territorio inclemente de lo cotidiano, dejando un lenguaje casi balbuciente, concentrado y con distintos nombres propios. El pórtico del libro se inicia con tres citas de J. Ashbery, W. H. Auden y E. Cioran, que tratan sobre la preocupación de la poesía, su labor.

El homenaje a los géneros híbridos se encuentra en los cinco textos que componen la sección, «Cuatro prosas y un informe». En el titulado «La estepa o quizá el desierto» la descripción del sueño da paso a la explicación no de su actividad, sino de su final: «Me dijeron que la razón del sueño radicaba en mi pasión ornitológica, en la búsqueda constante de grandes especies necrófagas; pero hoy pienso que esa no era la razón, que el sueño, que la sucesión de esos sueños era fruto de la conciencia de que ese paisaje, y mi misma vida culminaban su término».

El poema que da título del libro nos da una de las claves de este libro, una clave metapoética: «buscando incansable la fuente / la perla de gran precio que me ayude a concluir / Libro de la confusión», y, en la siguiente página, hallamos la búsqueda del lenguaje que responda a esa inquietud: «Qué angustia no dar con la clave / no hallar el camino / el desarrollo fácil».

Subyace en los poemas de este volumen del desconcierto un discurso quebradizo, a punto de romperse, así en la composición titulada «Gran hotel»: «hacia la cárcel de ti, la molestia / eras tú, o / qué fuel del estado febril que tanto nos agradaba». Los referentes existen, pero el aliento de entonces parece haberse diluido, por lo que el poeta expresa su frágil abandono: «aquel soldado espantoso / que no supo más de ti». Y es entonces cuando entendemos la dislocación verbal como un acto original y un sentimiento de naufragio. En palabras del propio Ferrer Lerín, «el poema surge, como decía Milosz, sin que nadie sepa de dónde», acepta la poética del misterio dado. De Ahí se entiende también el curso irregular de los versos, con su variabilidad, a modo de rompeolas, bien cortos bien versículos, que golpeasen contra una realidad tan feroz como inmutable: «Hui / de ti, / provoqué pavor en las fábricas, / blancas y despiadadas».

El discurso poético de Ferrer Lerín se plantea como huida hacia el final, tal vez, por ello deba ser concebido como marginal y subversivo. Esa fuga la intuimos en poemas como «Manate», «Demenciándome» o «Difícil término». En ese proceso de huida nos topamos con un tratamiento distanciado del amor. El punto de vista irónico junto al tono confesional se explora en uno de los mejores poemas, «Gran amor»: «Decidí inventar un gran amor / o contar que tuve varios amores / a lo largo de mi vida / de la que ya quedaba poco». La capacidad anula el conocimiento y el discurso, nuevamente segmentado, en esta ocasión, por la falta de puntuación, se presenta como si fuese una exhalación: «Huía sin parar ya / caía en la fosa final / en el final del amor / de una mujer apoyada / no pude entonces saber / que había en el fondo de horror».

Libro de la confusión nos interpela como lectores de poesía y seres que tratan de dilucidar el misterio de la vida y explorar por caminos sin trillar. El deslizamiento narrativo, el carácter fragmentario del discurso son claves para acercarse a este libro. Sin embargo, Ferrer Lerín ha contado, además, con los procedimientos propios de la lírica.

 

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