
Cielo eléctrico, Precio: 45 €.
Cíelo eléctrico es una admirable aventura editorial; quizá entre las que han surgido últimamente, una de las apuestas más temerarias, con valor y arrojo.
Fota de Anne Carson, reciente Premio Príncipe de Asturias, es una botadura impresionante, cuidadísima, tanto en el contenido como en la forma.
Dentro del por sí arriesgado horizonte de la empresa editorial en España, ‘Cielo eléctrico’ es, de entre las que han surgido últimamente, una de las apuestas más temerarias que conozco, con un valor y arrojo encomiables. Su andadura comercial no puede, de entrada, ser un reto más audaz, en consonancia con su intención de “aportar el mayor grado posible de calidad, novedad y excelencia al actual panorama editorial con el fin de tratar de contribuir a enriquecer el horizonte cultural de nuestra comunidad”.
Y vaya si lo logran, nada menos que con Flota de Anne Carson, una botadura impresionante, cuidadísima, tanto en el contenido, sorprendente como lo es siempre esta inclasificable escritora canadiense reciente premio Príncipe de Asturias, como en la forma, pues se trata de un volumen, nunca mejor dicho, que puede considerarse libro artístico toda vez que está compuesto de veintidós cuadernillos que “flotan para ser leídos aleatoriamente o no”, cada uno con una maquetación propia y un diseño especial, recogidos en su conjunto en una caja de PVC creada especialmente por Cassandra J. Pappas para alojarlos, junto a un folleto de las versiones originales de los textos, traducidos por Andrés Catalán y Jordi Doce, y no se me ocurren poetas más capacitados para traer a nuestro idioma lo más representativo de la lírica contemporánea en inglés.
Excepto Carson, de quien se anuncia para más adelante otro libro, poético, Unas pocas palabras, ni me suenan los autores que en principio van a formar parte de su catálogo: La luna en retirada, cuentos de Gilbert Sorrentino; La futura antigüedad, poemas de Jennifer Michael Hecht; Tres maletas hacia Berlín: El rescate del archivo Husserl, biografía novelada de Toon Horsten; La forma de las ideas, ensayo sobre la creatividad en forma de cómic de Grant Snider; y Ahora somos nómadas, autobiografía gráfica de tema rockero de Danielle de Piccioto. No tengo duda, sin embargo, por el planteamiento y el aire general de la propuesta, de la pertinencia de la elección.
El universo creativo de Carson me resulta peliagudo de descifrar, lo que no quita, sino muy al contrario, para que me atraiga sobremanera, por lo que he fatigado –como diría Borges, si bien en mi caso literalmente– su obra con cierta asiduidad desde hace años, en concreto desde su “ensayo narrativo en 29 tangos” La belleza del marido. Recuerdo ahora, de los últimos, Autobiografía de Rojo, especie de novela en verso sobre Gerión, monstruo procedente del décimo de los trabajos de Hércules, a partir del poeta griego Estesícoro, según su traductor, el mencionado Doce, “libro feroz y fantasioso, preciso y extravagante” o Albertine, en traducción del poeta mexicano Jorge Esquinca, una “rutina de ejercicios” en torno a la amante de En busca del tiempo perdido –la obra magna de Proust se cita en algunos apuntamientos dispersos en torno a una presunta cultura cicládica en Flota–, con digresiones variopintas en forma de apéndices sobre Samuel Beckett, la segunda paradoja de Zenón, la naturaleza de los adjetivos, los kimonos o las monjas. La mirada de Carson es abarcadora e inabarcable.
Flota está formado por materiales adicionales comunes en su producción publicada, ofrecidos un tanto a granel, “sin un orden fijo y de diversos temas”. Una auténtica silva de varia lección que contiene un bloque digamos exegético en el que caben desde un estudio sobre el lucro en La odisea, en la novela de Moravia El desprecio y en la adaptación cinematográfica del mismo título de Godard a un apunte sobre una “indignación gramatical” muy curiosa de Hegel, sobre el “retrato completo” de Picasso por parte de Gertrude Stein o sobre una interpretación de Wallace Shawn. En la categoría de comentario sobre la traducción, puede incluirse su acercamiento al Agamenón de Esquilo, que incluye un excurso sobre el fenomenólogo Husserl, y da buena cuenta de la condición de profesora de griego antiguo de la autora, apreciable igualmente en una serie de poemas desmitificadores, casi humorísticos, sobre Zeus. Algunas libretas del cartapacio son notas sueltas, muchas incomprensibles de tan fragmentarias. Mención aparte merecen una letanía anafórica vagamente biográfica del neodadaísta Yves Klein, u ocho poemas, entre el expresionismo y la neurosis, traducidos del francés, del escritor finisecular maldito de Montreal Émile Nelligan.
Varios de los cuadernos bien pueden considerarse, aproximadamente, guiones de performances, aunque tengan apariencia de conferencias, como la que gira en torno a los pronombres, en forma de quince sonetos si nos dejamos guiar por el título, en realidad son poemas inextricables en verso libre, libérrimo. Y tal consideración parte de que son textos para ser representados, en colaboración multidisciplinar con creadores visuales y músicos, realizados a veces por encargo de artistas plásticos para sus instalaciones, o piezas compuestas para la cantante Laurie Anderson, una de ellas fue interpretada curiosamente en la fiesta del setenta cumpleaños de Lou Reed. El último cuaderno lo ocupan unas paradójicas, visto lo visto, “Variaciones sobre el derecho a permanecer en silencio”. En suma, la experimentación escrita llevada a extremos que, en general, se me escapan, la verdad, si bien alguien tan autorizado como el editor Alfred A. Knoff afirmara que es “el libro más emocionalmente atractivo, intelectual y electrizante” de Carson hasta la fecha en que se publicó en origen, 2016.
Deseamos, por último, máxime en estos tiempos sombríos, de tanto rigor y desdicha, y tan adversos para el comercio del libro, una larga y fructífera vida a esta inaudita y admirable aventura editorial del sello ‘Cielo eléctrico’, que ha asumido un hermoso riesgo en formato y en fondo bajo el lema “La lectura puede ser una caída libre”. Que puede transportarnos a las alturas, cabría remachar.
BÁLSAMOZEUS I
Muchos miedos habían controlado su vida.
Organízalos dijo su terapeuta.
Zeus decide declarar al liquen su enemigo.
Las ninfas del río refunfuñan (adiós orillas
cubiertas de musgo). Zeus ordena
meter a todas las ninfas del río en una botella de leche.
SONETO DE DIRIGIRSE A GERTRUD STEIN
He aquí un pronombre con el que
dirigirse
a
Gertrude
Stein
:
un
perro
que nunca
antes
habías
tenido
ha
muerto.