Tras conseguir el favor de los lectores con títulos como El guardián de la flor de loto, Edén y Taj, entre otros, Andrés Pascual (Logroño, 1969) nos propone en su última novela, A merced de un dios salvaje (Espasa), un absorbente thriller psicológico, ambientado en los viñedos de La Rioja.
Carmen: ¿Cómo le surgió la idea de escribir esta novela? Usted es oriundo de La Rioja.
Andres Pascual: En efecto, soy riojano y hace mucho tiempo que quería escribir un thriller puro que se desarrollase en mi tierra. Sobre todo porque me interesaba generar ese contraste entre un escenario idílico, nuestros viñedos, nuestro valle…, y el dramatismo de una trama de thriller. Pero transcurrió tiempo hasta que hallé el argumento ideal. Sentía mucha responsabilidad al ser un escritor de allí, así que necesitaba una intriga perfecta. Afortunadamente, un día visitando un viñedo conocí a un niño llamado Raúl, que ha inspirado al Raúl de la novela, y me enteré de cuál era la grave y rara enfermedad que padecía, el Síndrome de Dravet. A partir de ese momento todo comenzó a encajar y decidí lanzarme.
C: ¿Cuánto tiempo empleó en escribirla?
A: Alrededor de un año. Un año que ha sido mágico, pues si en principio partía con esa carga de responsabilidad, cómo presentar La Rioja para que se vea lo maravillosa que es, y al mismo tiempo no se perdiera el tono de misterio del thriller, poco a poco, a medida que iba escribiendo, me daba cuenta de que las voces narrativas fluían solas, que los personajes adquirían una profundidad que no tenían en otras novelas mías. Durante veinte años trabajé como abogado de familia en la zona y hablé con infinidad de personas que me contaron sus sueños y también sus miserias con absoluta sinceridad. Esto me ha llenado la mochila de historias y de matices para armar personajes únicos, que hacen falta para poner en pie una buena novela.
C: ¿Cómo ha sido recibida en su tierra?
A: Estoy muy contento porque todos estaban emocionados y deseando que la novela llegase a las librerías para ir a por ella. Tengo mucha suerte con mis paisanos, que me aprecian y apoyan. Hasta el punto de que su publicación ha trascendido lo literario para convertirse en un fenómeno social. Todo el mundo quiere leer la obra en la que salen nuestras calles, nuestros pueblos, en los cuatro escenarios fundamentales en los que se desarrolla, incluyendo Logroño.
C: La fórmula del thriller ya la había explorado en Edén…
A: Ya flirteé con este género en mi primera novela, El guardián de la flor de loto, aunque se inclinaba más al de aventuras. Y Edén era un thriller más a la americana, por decirlo de alguna forma. Si se hiciera una película, la tendría que rodar Christopher Nolan, con gran presupuesto y efectos especiales. A merced de un dios salvaje es más un thriller psicológico mucho más oscuro, con elementos de drama rural. Y mucho más familiar, porque mis protagonistas no son policías, sino gente de a pie que se enfrenta a sus propios monstruos desde dentro de su propia comunidad, desde el interior de un microuniverso lleno de secretos donde, y no solo en La Rioja, se entierran muchas cosas que no se quieren tratar y que se van necrosando hasta que estallan y se llevan por delante todo lo que encuentran. Un microcosmo donde todos están conectados para lo bueno y para lo malo.

C: ¿En ningún momento pensó en un personaje policía o detective con papel principal?
A: Hay un antecedente sobre todo en la trilogía Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson, que me encanta. En esta, como en mi novela, hay policías pero no son los protagonistas. Un amigo me ha comentado que A merced de un Dios salvaje sería como una mezcla entre las novelas de Larsson y la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo. Bienvenida sea la comparación.
C: Defina en esencia a su protagonista, Hugo Betancor.
A: Es un periodista, viudo, con un hijo, Raúl, aquejado de Síndrome de Dravet, y que no se encuentra precisamente en su mejor momento, con una tarjeta de crédito en las últimas y debiendo dinero. Podría ser el símbolo del desamparo, pero alcanza unas cotas de heroísmo que ni él mismo era capaz de imaginar. Esto nos ocurre a todos, a pesar de que siempre pensemos que somos más débiles de lo que somos. Estoy convencido de que no solo podemos sino que debemos combatir a los dioses salvajes. Cuando les plantamos cara, vemos que resulta posible amaestrarlos, vencerlos, con más facilidad de la que sospechábamos.
C: ¿Estamos todos, pues, a merced de un dios salvaje?
A: Sí. Muchas veces acarreamos fardos que nos impiden avanzar: desgracias familiares, problemas laborales, enfermedades… Entonces tenemos la sensación de que no dominamos las riendas de nuestra vida. Ante esto, sobre todo en determinadas situaciones, tenemos dos opciones: o desesperarnos o sacar la épica de ese héroe que habita en el interior de todos nosotros y revelarnos contra nuestro propio destino. Es lo que hace el protagonista de mi novela que, además de atravesar por numerosas dificultades, convive con la dolencia tan terrible que padece su hijo, una epilepsia infantil que puede provocar varias crisis cada noche. Me impresionó enormemente cómo se enfrentan a ello las familias de los afectados y cómo luchan sin descanso desde la Fundación Síndrome de Dravet. En este sentido, mi novela también pretende darles visibilidad, que es en primer lugar lo que precisan las enfermedades raras para que las conozcamos y podamos ayudar.

C: ¿El thriller es un buen instrumento para dar cuenta del mal exterior e interior?
A: Claro. El thriller puede tener una vertiente social, pero fundamentalmente refleja la parte más turbia del mundo y del hombre, pero no olvidemos que en nuestra mano está el ser héroes o villanos. Y me refiero a héroes cotidianos, que, como le decía, podemos serlo todos. Muchas veces el mal exterior es una proyección del mal interior, pues todos albergamos dentro un cielo y un infierno y depende de cada uno el vivir en uno o en otro, especialmente cuando todo se pone cuesta arriba. Si todo va bien es fácil habitar en el cielo, pero resulta mucho más complicado si llegan los problemas, las adversidades… Es en ese instante cuando cada uno tiene la responsabilidad de apostar por la plenitud, de trabajar para salir adelante. Y no anclarnos en el pasado que ya no está o en el futuro que quizá no llegue, y entre lamento y lamento la vida se nos va. Tenemos la obligación de ser felices.
C: ¿Pero es realmente posible ser feliz?
A: Creo que simplemente la lucha ya nos convierte en seres plenos y felices.
C: ¿Por qué abandonó el ejercicio del Derecho?
A: Durante un tiempo me dediqué solo a él, y luego lo combiné con la literatura. Pero vi que por pura honestidad debía elegir. Y opte por entregarme en cuerpo y alma a escribir.
C: Supongo que no se arrepiente.
A: La verdad es que fue la mejor decisión de mi vida. Y no porque no me gustara la abogacía, me entusiasmaba, sino porque así podía dedicar veintitrés horas y media a la literatura y media a dormir.
C: ¿Cuál sería la “receta” para escribir un libro exitoso. Los suyos lo han sido.
A: Nadie la tiene. Pero se relaciona con trabajar, trabajar y trabajar, y escribir lo que te salga del corazón, la única manera de alcanzar el corazón del lector.
C: ¿Tiene intención de continuar con el asunto, personajes… de A merced de un dios salvaje, quizá en una trilogía? A:
A merced de un dios salvaje se cierra en sí misma, pero sin duda da para más. Y no solo limitándose a una trilogía, sino incluso una saga. Por otro lado, para mí ha sido una magnífica experiencia escribir sobre mi tierra, así que no descarto volver a ella en mi producción.