
Editorial Planeta. Precio: 21,90 €
La sospecha de Sofía es una novela que ejerce una poderosa atracción.
Paloma Sánchez Garnica aborda el asunto de la identidad y la suplantación desde tantas perspectivas como resquicios tiene la vida.
Sospecho que, en este punto del mundo literario, ya no peta distinguir entre novelas literarias y las que sólo persiguen contar una historia y que ésta tenga visos de verosimilitud. Uno de los grandes escollos con los que se ha topado la imaginación es, precisamente, eso, la verosimilitud, la necesidad de convencer de que lo que se cuenta podría ser verdad. Hasta el generoso hidalgo tuvo que recobrar la cordura para morir y demostrar a los lectores de los siglos sucesivos que su historia era verdad o, en último término, podía haberlo sido. Me quedo, sin dudarlo, con el hidalgo loco, aventurero de la ilusión, héroe de un sueño fracasado, el amor de Dulcinea. Lo prefiero a la realidad hosca que nunca duerme y que no es generosa.
Todo ha cambiado y en el presente, que no existe entre una palabra y la siguiente, hablar de lo literario empieza a estar devaluado. Lo que cuenta es contar y que lo que se cuenta sea verosímil. En ese sentido, los acontecimientos históricos y el acceso fácil a la documentación necesaria, han facilitado mucho las cosas. Las novelas (no todas) son efectivas y efectistas y, su resultado final, cómo no, verosímil. Los temas que se tratan nos afectan a todos, ya sea en la actualidad, ya en otras épocas históricas que, tantas veces, son el germen de lo que somos. No hablo de un realismo a ultranza, porque la imaginación no ha desaparecido. Tampoco de un bajo nivel de escritura, porque eso depende de muchos factores entre los que incluyo al lector y, más aún, al comprador de libros.
Me consta que esta diatriba preliminar puede inducir a error o sonar a crítica solapada, cuando lo que pretende es todo lo contrario. Hay escritores que atrapan por su complejidad. De hecho, los filósofos han creado un lenguaje que parece reservado a los muy estudiosos de la Filosofía, los ingenieros, los físicos, incluso los abogados y jurisprudentes y, sin embargo, muchos de estos han escrito y escriben bien y con voluntad de ser claros. La claridad, la sencillez, con frecuencia, son más difíciles de alcanzar que la circunspección.
Digo esto porque, si tenemos en cuenta (yo lo tengo en cuenta) que el escritor tiende a la sencillez compleja para llegar al lector, admiro a los escritores que, no dudo que después de mucho trabajo, la consiguen a las primeras de cambio y, no sólo en tanto al estilo, sino también en lo referente a los asuntos a tratar. Paloma Sánchez-Garnica es una de estas escritoras, que acierta en los asuntos y consigue la claridad y sencillez necesarias para llegar al lector (muchos lectores y lectoras, supongo y espero) y que éste se sienta atrapado y seguro en la aventura que le propone.
La sospecha de Sofía trata de un tema prioritario en la literatura, la identidad y la suplantación de la personalidad, aderezado con brotes de duda, pasión, amor, peligro, enigma, misterio, maldad, traición, búsqueda… No desvelo nada si digo que la trama se sitúa, estratégicamente, después de la segunda guerra mundial del siglo XX, entre la construcción del muro que dividió a Berlín en dos mundos irreconciliables y la destrucción del muro unos cuantos años después. Subyacen asuntos de gran envergadura, como, por no dar más pistas, el ansia de libertad, la tortura y la violencia. La injusticia, en definitiva, que hace que el ser humano cambie de fisonomía y viva en una constante incertidumbre y muy cerca de la disolución.
La Historia enseña y conviene tenerla en cuenta, pero quizá enseña más la Literatura, cuando se apoya en los acontecimientos históricos que nos han llevado a dónde estamos y, cuyo recuerdo, hará que no se repitan, si somos inteligentes. La evolución del ser humano, desde el principio de los tiempos, es una continua repetición de tragedias, casi siempre provocadas por el propio ser humano.
Recomiendo la lectura de La sospecha de Sofía, por más que sea imposible mantener la tensión literaria durante tantas páginas. Pues, importa lo que cuenta y es un agradable viaje a la segunda mitad del siglo XX, tan cerca, pero historia a fin de cuentas.