Galdós no fue un espectador neutral de la vida social y política y se comprometió con la construcción de una España más libre, justa y solidaria.
El 6 de abril de 1907 Galdós anunció su compromiso republicano y aceptó formar parte de la candidatura de la Unión Republicana por Madrid al Congreso de los Diputados.
Benito Pérez Galdós es una de las grandes personalidades de la España contemporánea. Su fecundo trabajo literario, plasmado en un centenar de novelas y de obras teatrales y en numerosos artículos periodísticos, fue verdaderamente extraordinario. A diferencia de otros escritores, Galdós no fue un espectador neutral de la vida social y política y se comprometió con la construcción de una España más libre, justa y solidaria.
El periodo histórico en el que transcurrió la vida de Galdós marcó de forma decisiva su personalidad, su comportamiento cívico y su creación literaria. Durante su juventud observó en primera línea el derrumbe del reinado de Isabel II. Acogió la revolución de 1868 con la esperanza de superar el atraso y avanzar hacia la democracia. La restauración de los Borbones representó un giro regresivo que derogó las conquistas alcanzadas. La crisis de fin de siglo extendió una profunda sensación de fracaso y planteó la necesidad de promover la regeneración de la vida pública. Galdós vivió con intensidad todo este proceso y proyectó sus experiencias en sus obras literarias y su comportamiento cívico y político.
Tras el fallecimiento de los líderes históricos del republicanismo, Manuel Ruiz Zorrilla, Nicolás Salmerón y Francisco Pi y Margall, el movimiento republicano trató de renovar su liderazgo y su acción política. En aquella circunstancia, emergió una nueva generación republicana que promovió dos tendencias políticas: el republicanismo moderado, liderado por Melquíades Álvarez, que priorizaba la atención de los problemas políticos y sociales, el desmantelamiento del caciquismo, la renovación de la vía parlamentaria y el desarrollo educativo y cultural, y el republicanismo de Alejandro Lerroux, orientado hacia la acción revolucionaria y populista. En aquella situación, algunos dirigentes republicanos consideraron que Galdós, por su significación y su popularidad, podía favorecer la unión del republicanismo y aumentar el tirón electoral. El escritor asumió el reto y el 6 de abril de 1907 anunció su compromiso republicano y aceptó formar parte de la candidatura de la Unión Republicana por Madrid al Congreso de los Diputados.
En las elecciones celebradas el 21 de abril de 1907 Galdós obtuvo en la circunscripción de Madrid 16.790 votos, la mayoría de los contabilizados, pero el escrutinio oficial le situó por debajo del candidato conservador. Republicanos y liberales se quejaron del fraude perpetrado por La Cierva, ministro de la Gobernación. Entre 1908 y 1912, Galdós desarrolló una intensa actividad política. En sus intervenciones en los mítines, solía exponer las ideas nucleares de su discurso político: el agotamiento del régimen de la restauración, la alianza de la monarquía con las fuerzas conservadoras, el alejamiento de las Cortes del pueblo, la regresiva actuación de la Iglesia, el rechazo de la guerra de Marruecos y la necesidad de acometer el desarrollo económico, educativo y cultural y el cambio democrático. En Granada, le escuchó Federico García Lorca, a quien causó una honda impresión: “Por eso yo recuerdo con ternura –dejó escrito el poeta- a aquel hombre maravilloso, a aquel gran maestro del pueblo, don Benito Pérez Galdós, a quien yo vi de niño en los mítines sacar unas cuartillas y leerlas, teniendo como tenía la voz más verdadera y profunda de España”.
Galdós defendió la necesidad de articular la alianza de los republicanos y los socialistas para lograr una mayor proyección política, aunque era consciente de las reticencias que existían entre unos y otros. La oposición al Gobierno Maura y las consecuencias de la Semana Trágica de Barcelona acercaron las posiciones. Así, una comisión negociadora integrada por Galdós, Segismundo de Azcárate, Pablo Iglesias, Tomás Romero y Aniceto Llorente estableció las bases de la Conjunción Republicano-Socialista. Galdós, principal figura intelectual, fue designado presidente. El 7 de noviembre se presentó la Conjunción en el frontón Jai-Alai de Madrid, en un mitin multitudinario. Galdós manifestó su satisfacción por el concierto de republicanos y socialistas y el inicio de su actuación conjunta: “Reunidos en un solo haz, la fuerza resultante hará retemblar de alegría el suelo de la Patria”. La Conjunción constituiría la “norma del presente” y la “llave del porvenir”. Pablo Iglesias demandó una República que garantizase la “libertad y el derecho” y Pi y Asuaga propugnó el desarrollo de una política laicista. Desde entonces, Galdós desarrolló una labor de representación, de coordinación y de cohesión de las diversas fuerzas políticas de izquierda.
Las elecciones del 8 de mayo dieron la victoria a la candidatura de la Conjunción en Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Oviedo y otras ciudades importantes, rompiendo las corruptelas de los caciques conservadores. Galdós fue elegido en Madrid por 42.247 votos y Pablo Iglesias por 40.696. El socialismo accedía por primera vez al Congreso de los Diputados: “con Pablo Iglesias –afirmó Galdós- entrará en el Congreso el espíritu de solidaridad internacional, que labora por la dignidad y el bienestar de los trabajadores”.
Benito Pérez Galdós falleció en Madrid el 4 de enero de 1920. Una manifestación multitudinaria le acompañó por las calles de Madrid hasta el cementerio de la Almudena, donde se depositaron sus restos. “Ha muerto el maestro – afirmó El Noticiero Universal. El día de hoy es un día de luto para España. Acaba de desaparecer la más indiscutible de nuestras figuras, la figura más sobresaliente, el maestro de tres generaciones, el artista en cuyas obras se refleja toda el alma de España”. Las manifestaciones de duelo y de reconocimiento se multiplicaron en los días siguientes. Ortega y Gasset denunció en el periódico El Sol la frialdad manifestada por la España oficial en el entierro del “glorioso maestro”, que contrastaba con la masiva participación del pueblo, de “los hijos espirituales de don Benito, los legítimos descendientes de la duquesa de Amaranta, de Gabrielillo Araceli, de Solita, de Misericordia y el Doctor Centeno. Estos hombres y estas mujeres de España no podían faltar en el homenaje al patriarca”. “Don Benito -afirmó El Socialista —no era solamente un genio de la Literatura, no era sólo el novelista y el dramaturgo: era un gran corazón, era un alma siempre dispuesta a acoger los grandes ideales de justicia y de libertad… Nosotros amamos a don Benito y seguiremos amando su memoria, porque fue un gran trabajador que puso siempre sus facultades al servicio de la elevación moral del pueblo”.
Francisco Cánovas Sánchez es autor de Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso. Madrid, Alianza Editorial, 2019